Capítulo 44.

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John.

Escocia era un lugar aún más increíble que Inglaterra, que estaba bañada de edificios donde la gente con cara estirada siempre iba de un lado a otro para quejarse acerca de los pueblerinos. Escocia era mucho más divertida, a decir verdad. Estaba plagada de castillos y lagos tan fríos que con solo acercarte comenzabas a temblar. 

   Además de que los escoceses eran de lo más divertidos, desde que habíamos llegado aquí nos habían recibido con una enorme fiesta que no tenía para nada que ver con las aburridas fiestas de Jim, aquí tocaban la gaita y de inmediato todos comenzaban a bailar, mientras que algunos hombres, entre esos yo, comenzaban a beber ron y whisky hasta el amanecer. 

    Las chicas bellas abundaban, con largas cabelleras rubias y pelirojas que se movían danzando alrededor del fuego, dándoles una imagen parecida a diosas, pero a pesar de eso no me acosté con ninguna. O al menos no lo recordaba si es que lo había echo. "Si no te acuerdas, no pasó". 

    Jim le había mentido a Paul diciéndole que veníamos a hablar con el jefe del clan McKensie, lo único que habíamos echo era ir a ver que doncellas estaban disponibles para contraer matrimonio conmigo y poder unir al clan con el reino, pero todas las hijas del jefe estaban casadas ya, así que tuvimos que desechar la idea de comprometerme. Y ciertamente tampoco quería hacerlo. 

    Habíamos sido atacados por los guerreros del clan en cuanto pisamos tierras escocesas, pero pude defenderme bastante bien, a diferencia de Jim, que había terminado con enormes magulladuras en el rostro a causa de flechas, pero ninguna lo mató; aún conservaba la esperanza de que una flecha le diera en el corazón, así Paul y yo podríamos huir, pero no tuve tanta suerte.

    Conforme pasaban los días, Escocia me iba pareciendo más y más aburrida, quería volver al castillo con Paul, lo extrañaba demasiado. No me había acordado de que la boda de Paul sería esa misma semana, hasta que escuché como Jim se despedía de el jefe del clan y le decía que yo me quedaría una semana más. 

—¿Por qué debo de quedarme?– le pregunté —No tengo nada que hacer aquí, quiero irme, quiero estar en la boda de Paul– Jim se giró y me miró retadoramente —¿Recuerdas cuál fue la condición que te di en cuanto cruzaste la puerta de mi castillo?–

    *Flashback*

El príncipe Paul había salido refunfuñando, me parecía un sujeto de lo más gracioso, por confundirme con un jardinero y por hacer berrinches como mujer caprichosa, aunque quizá no era su culpa, siempre había estado rodeado de dinero.

    —¿Para que me necesitaba, señor?– le pregunté al rey, que parecía estarme examinando desde su alta y refinada silla —Tienes conciencia de que tienes sangre azul ¿Cierto?– asentí con la cabeza —Bien, eres nieto de un traidor y por eso ahora vives en el pueblo, pero quiero hacer un trato contigo. Pero debes prometer que no dirás nada de esto a nadie, incluso a mi hijo– ¿Debía negarme? Claro que no lo haría, cualquier cosa que fuera que quisiera el rey, debía de implicar oro, y mi tía y yo necesitábamos oro.

    El rey me explicó que Paul estaba "enfermo", que tenía un extraño fetiche por acostarse con hombres, y que el rey necesitaba que yo fingiera que quería el trono, así Paul cambiaría su comportamiento y después de eso lo coronarían como rey, quizá el plan del rey Jim fuera bueno, pero olvidó el detalle más importante: A mi también me atraían los hombres. —Quiero que me obedezcas en todo lo que te diga, John, si por alguna razón llegas a desobedecer, asesinaré a tu tía frente a ti ¿De acuerdo?– esa era la única condición que el rey me había puesto, había parecido sencilla, pero ahora claro que no lo era.

*Fin del flashback*

—Si– contesté apretando los dientes —Tu sabías que era lo que pasaría, John. Ahora deja que Paul cumpla con su destino, y tu te quedarás aquí hasta el día de tu coronación– Abrí los ojos como platos —¿Coronación? Dijiste que no había necesidad de que yo me hiciera rey– Jim soltó una carcajada irónica —Te sigo necesitando para que Paul aprenda la lección– Jim me dio una palmadita en la espalda y salió del salón con una sonrisa que me puso los pelos de punta.

With a little luck. [McLennon]Where stories live. Discover now