Capítulo 9.

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—Siéntese aquí, por favor– la mujer me sonrió y me acercó la silla que parecía ser menos vieja. Miré toda la casa, a diferencia de la parte de afuera, estaba completamente limpia, aunque seguía pareciendo bastante tétrica a causa de la débil iluminación que daban las dos velas sobre la mesa. Hice caso y me senté, la mujer se acercó a mi rápidamente y comenzó a examinar mi herida.

   —¿Qué tan mal está su herida, Mimi?– preguntó John de repente, haciéndome sobresaltar —Se pondrá bien, solo son rasguños profundos, debió de cortarse con una rama o algo así– contestó —Que mal, esperaba que se muriera desangrado– Mimi soltó un grito de horror y se cubrió la boca con ambas manos, mientras que yo fulminaba a John con la mirada —¡No digas esas estupideces, John! ¡Es un miembro de la realeza!–

    John soltó una risa cargada de ironía —Yo también, el rey me ha llamado para decirme que por fin puedo tomar mi cargo en la realeza ¡Me van a nombrar príncipe, Mimi!– pensé que la mujer se sorprendería y comenzaría a darle besos en la mejilla a John, pero en cambio volvió a prestar atención a mi herida —Necesito descubrirle el hombro ¿Puedo?– preguntó, a lo que yo asentí sin darle mucha importancia, entre más rápido me curaran el brazo más rápido saldría de aquí.

    —¿Que no te alegras, Mimi?– preguntó John, claramente desilusionado —Claro que no, no es normal que al rey de pronto le interese devolverle el cargo al nieto de un traidor– replicó Mimi, haciéndome sonreír —Sin ofender a su padre, príncipe, por supuesto– se disculpó Mimi —No se preocupe, yo mismo creo lo que usted, y me alegra mucho que usted si tenga la educación de pedirme mi consentimiento para tocarme– escuché como John soltaba un bufido —Espero que mi sobrino no haya sido maleducado con usted–

   —A decir verdad, es todo un asno, pero no entiendo como es que es tan bruto con una tía tan encantadora– Mimi se ruborizó un poco y continuó limpiando mi herida, que me producía un dolor agonizante —¡Es usted todo un encanto, príncipe!– John volvió a soltar un bufido —Seguro, un encanto, cuando no está ofendiéndote cada dos minutos– puse mis ojos en blanco —Te lo merecías, ahora ve por tus pertenencias, quiero irme pronto–

   —Haz caso, John, ve por tus cosas– le ordenó Mimi, haciéndome reír por la clara inconformidad de John en ese asunto, pero subió sin replicar nada. —¿Usted no vendrá al castillo? Estoy seguro que a mi padre no le importará– una de las razones por las que quería que Mimi aceptara ir al castillo era que sería mucho más divertido molestar a John si su tía estaba cerca, ya que estaba seguro que ella ahora me adoraba. Siempre he tenido ese efecto en las mujeres. Por lo que me desilusionó mucho que Mimi dijera —No, le prometí a mi padre que cuidaría de esta casa hasta el día de mi muerte–

    Mimi pasó un pedazo de tela por mis heridas, que ya no dolían, y sonrió satisfecha —Esta listo, y no creo que le quede ninguna marca– le sonreí de vuelta y me puse de pie, al mismo tiempo que John bajaba con un saco lleno de ropa en su espalda —Tendré que salir a buscar a tu caballo, a menos de que quieras volver al castillo en mi caballo– John colocó una mueca lasciva en su rostro, lo que me hizo sonrojarse hasta las orejas al darme cuenta de que él también había notado el roce de su entrepierna en mi trasero —Bien, ve a buscar mi caballo, y más te vale no regresar hasta traerlo a salvo. A azufre le gustan las manzanas, quizá eso te ayude a ser más competente–

    —¿Azufre? ¿Que clase de nombre es ese para un caballo blanco?– preguntó John extrañado —Mi madre lo llamó así– sentí como un nudo se ataba a mi garganta, pero intenté disimularlo —Si haz dejado de entrometerte en mis asuntos, vete de aquí– John hizo una reverencia de respeto completamente falso y se encaminó hacia la puerta —Espero que te guste la comida de Mimi– repuso antes de cerrar la puerta tras él. Me giré para mirar que era lo que hacía la tía de John, y efectivamente, estaba preparando comida. Quizá pudiera aprovechar mi momento a solas para convencer a Mimi de que le prohibiera a John ir al castillo, la idea de matarlo parecía cada vez menos tentadora.

With a little luck. [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora