Capítulo 38.

809 105 51
                                    

-¡Estoy bien! ¡Solo me pegué!- grité, antes de que a mis guardias se les ocurriera entrar a revisar el baño -¿Quiere que lo ayude?- preguntó, a la par que la puerta era abierta lentamente -¡No! ¡No quiero! ¡Vete, aléjate!- grité completamente alarmado. A pesar de que el agua ya se había enfriado bastante, yo estaba sudando a gota gorda, y John parecía ni siquiera querer respirar. Miré como la puerta se cerraba de nuevo y por fin respiré normalmente. 

    -Todo esto es tu culpa- susurré a John -Sabes que me duele el trasero, no debiste de hacer eso- me levanté de la tina, completamente furioso. John parecía apenado y decepcionado, pero no me importó. Rápidamente tomé una bata y me cubrí; miré amenazadoramente a John una vez más y me encaminé hacia la puerta. 

   -P-pero ¡Paul! ¿Qué voy a hacer con esto?- preguntó John, refiriéndose a su erección, que se veía bastante roja por el flujo de sangre -Usa la mano, idiota- contesté -Y procura que nadie te vea- y salí del baño. Me había enojado mucho la desconsideración de John, y no me refería al dolor que sentía en el trasero. 

    Él sabía bastante bien que si mi padre nos descubría lo mataría de inmediato, y no le importó en lo absoluto, no le importó que mi padre lo pudiera matar y no le importó como me sentiría yo si eso pasara. Y por eso me había enojado: No podría soportar saber que John ha muerto por mi culpa. 

    Al salir del baño mis guardias me miraron un poco confundidos, pero ni siquiera les dirigí la palabra, seguí caminando hacia mi habitación, intentando que no se notara que me dolía el trasero. 





A la mañana siguiente amanecí con el desayuno en la cama, y con Cynthia a mi lado, avivando el fuego de la chimenea, muy a pesar de que hacía un calor tremendo típico de junio. -Creo que te haz equivocado, pero la cocina no es aquí- dije, incorporándome en mi cama -¡Paul! ¡Me asustaste!- se quejó, llevándose una mano al pecho -No seas dramática, Cyn. ¿Que haces aquí?- no supe en que momento había pasado, pero ahora parecía ser que Cynthia y yo eramos amigos de toda la vida, y por alguna extraña razón eso no me incomodaba. 

   -John me ha mandado. Dijo que te dijera que te iba a extrañar mucho y que lamentaba no habértelo dicho anoche, pero que te pusiste muy pesado. ¡Ah! Y también dijo que lo siente, pero no me dijo porque- 

    -¡¿A donde ha ido John?!- pregunté alarmado -A Escocia, junto con tu padre, según había entendido, irían a intentar aliarse con el Clan McKensie y el jefe del clan quería que tu padre y John viajaran para acordar los términos- ¡Demonios! No me había despedido de John, y ahora se había ido a Escocia ¿Qué debía de hacer ahora?.

    -George ha llegado al castillo esta mañana, dijo que se quedaría aquí junto con un amigo suyo, Sir Richard Starkey. Tu padre pidió que te vigilaran y que hicieras un buen trabajo con las tropas en entrenamiento- sin importar que era lo que me había dicho Cynthia, salí en dirección a las cocinas, aún en pijama, ya que sabía bien que George estaría ahí. 

   Tal y como lo esperaba, George estaba asechando como buitre a una sirvienta que estaba preparando estofado -¡George!- bramé, haciendo que este me mirara un poco confundido -John se ha ido, George- susurré. Tenía ganas de llorar, porque no había podido despedirme de él, o quizá porque sabía que corría un peligro bastante grave al viajar a Escocia. 

   George pareció entenderlo y me abrazó inmediatamente. No me importaba que las personas nos miraran extrañadas, tenía un mal presentimiento en mi interior, y George en este momento parecía ser el único ser humano que parecía entender mi preocupación. 

   Lloré como hacia muchos años no lo hacía, hasta que George me sacó de la cocina y me obligó a entrar en uno de los cuartos de la parte baja del castillo, donde Ringo se encontraba dentro. Sequé mis lágrimas con la manga de mi pijama y me obligué a tranquilizarme. -¿Qué sucede, Paul?- preguntó Ringo, acercándose lentamente a mi, como si temiera que lo atacara en cualquier momento. 

   -John se ha ido a Escocia, junto con mi padre- expliqué, tomando aire para que mi voz sonara normal -¿Y porque no los acompañaste tú?- preguntó, claramente no podía entender la gravedad del asunto. -Mi padre no quiere que esté cerca de John, sabe que tenemos una relación, o por lo menos lo sospecha, y ahora quiere evitar que estemos juntos- 

   -Y tienes que casarte conmigo dentro de cinco días- de inmediato giré para ver a Jane, parada en el umbral de la puerta, con unas delicadas y pequeñas lágrimas en el rostro. Mierda. Mierda. Mierda. 

With a little luck. [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora