Capítulo 42.

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-¡Llegas tarde!- me gritó el padre de Jane, furioso. -Lo lamento mucho- me disculpé, mientras comenzaba a correr en dirección al altar. La pequeña capilla estaba completamente llena de gente con vestidos elegantes y capas ondeantes, que tenían la misma expresión de enfado que el padre de Jane. Y justo en la primera fila se encontraba mi padre. 

    Tenía una armadura igual a la mía, la única diferencia era que la suya era de oro, pero no me importaba si tenía oro en el pecho o no, si no que tenía muchas heridas en el rostro, que presentaban un considerable estado de recuperación, pero a pesar de eso parecían haber sido muy graves en su momento. Y fue inevitable no comenzar a preguntarme si John estaría bien. 

   ¿Y si se había quedado en Escocia porque no podía salir de la cama? ¿Y si se encontraba gravemente herido y me necesitaba? Todos mis pensamientos fueron interrumpidos al comenzar a sonar los instrumentos de viento, que anunciaban la entrada de la novia. Mi padre me miró amenazante un instante antes de ponerse de pie, al igual que todos los presentes. 

   Algunos curiosos me examinaban de arriba a abajo, como si comprobaran que estaba aquí por mi propia voluntad, así que tuve que sonreír forzadamente. De inmediato logré divisar la cabellera peliroja de Jane entrando a la capilla, tenía su cabello sujeto en un perfecto chongo y un vestido tan blanco que incluso el inmaculado color de la capilla parecía sucio y desgastado. Tenía una enorme sonrisa en el rostro, y caminaba a paso lento saludando a todos los presentes, de la mano de su padre. 

    En lo que me pareció una eternidad, Jane llegó junto a mi al altar, y su padre me la entregó con una cara igual de amenazante que la de mi padre -Te ves muy linda- le susurré, haciéndola sonrojar -Tu armadura te queda bien- respondió. La tomé de la mano y ambos nos pusimos junto al padre, un hombre viejo, con el cabello cubierto de canas y una expresión bastante bondadosa. 

    Se escuchó como todos los presentes se sentaban y de inmediato mis piernas comenzaron a temblar. Me estaba casando, con John a miles de kilómetros de distancia, posiblemente herido y quizá estuviera pensando en mi; el estómago se me revolvió con ese último pensamiento y me obligué a dejar de hacerlo, si seguía pensando en John saldría corriendo de la capilla, y seguro que mi padre nos mataba. Es por su bien, y por el bien del reino. Me repetí una y otra vez en la cabeza hasta marearme con mis propias palabras. 

    La ceremonia fue tan aburrida que pude haberme quedado dormido en ese mismo instante, el padre comenzó a decir algo acerca de lo importante que era el matrimonio y la unión de dos personas para demostrar que el amor aún existía aunque estuviéramos en guerra. 

    Me imaginé con John, lejos de aquí. En la cascada donde por fin habíamos podido unirnos, me imaginé una boda con él, me imaginé como sería la vida si yo no fuera un príncipe, si yo no tuviera que ser el rey. Había cambiado tanto y en tan poco tiempo que yo mismo estaba sorprendido, ahora no me interesaba gobernar para demostrar que yo era superior, si no para ayudar a la gente. 

    -¿Príncipe Paul?- la voz del padre me devolvió a la realidad, parpadee un par de veces para asegurarme de que esto de verdad estaba pasando y lo miré un poco confundido -¿Acepta usted a Lady Jane Asher como esposa?- preguntó, a estas alturas toda la capilla estaba inclinada para escuchar mi respuesta claramente. Giré la vista a Jane, que sonreía nerviosamente, apretando de más los labios. Miré a mi padre, que parecía que estallaría en cualquier momento, y miré la entrada de la capilla. 

    Esperé un segundo. Si John entra en este momento, me voy, no importa que pase. Otro segundo. Vamos, John. Tres segundos. -¿Príncipe Paul?- repitió el padre. Solté un suspiro y sujeté la mano de Jane -Acepto- 

With a little luck. [McLennon]Where stories live. Discover now