Capítulo 3.

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-Príncipe, es hora de que despierte- alguien tocó mi hombro y me removió suavemente, aunque no tuve que preguntarme quien era, ya sabía yo que era la inútil sirvienta de la que ni siquiera sabía su nombre. Me volví a cubrir con las sábanas, sentía que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento a causa del vino que tomé anoche con Will y de la discusión con mi padre. 

    -Señor, tiene que levantarse para asistir a sus clases- insistió, solté un gruñido y me incorporé rápidamente en la cama. Me dolía el trasero. -Maldita sea, quiero dormir- solté un bostezo -¿Como dices que te llamas, niña?- le pregunté a la muchacha, era bonita y rubia, pero no era de mi gusto. -C-Cynthia, señor. Su padre lo esta esperando para desayunar, tiene clase de etiqueta después de su desayuno, un poco de tiempo libre y después debe de ir con el sastre a que continúen con los trazos de su traje para el baile- 

    -De acuerdo, vete- la chica asintió tan frenéticamente que me sorprendió que no se mareara, se dio media vuelta y desapareció por mi puerta. Tomé la ropa limpia que Cynthia me había dejado sobre una silla y comencé a vestirme con toda la pereza del mundo. 



Cuando llegué al comedor, mi padre ya estaba sentado ahí, hablando en susurros con el Duque de Rosberg. -Buenos días, padre- saludé lo más educadamente que pude, aún estaba molesto con él, me senté a su lado derecho, como todas las mañanas, y esperé a que terminaran de hablar -Quiero la información lo antes posible, quiero que esté aquí antes del baile ¿Correcto?- el Duque asintió casi tan frenéticamente como Cynthia y se enderezó en la silla -Buenos días, príncipe Paul. Es bueno ver que ha crecido tanto y tan saludablemente- le dediqué una pequeña sonrisa y me volví a mi padre. 

   -¿De que estaban hablando?- pregunté -¿Que acaso no te han dicho que es de mala educación meterte en lo que no te importa?- apreté los puños y miré fijamente mi plato para evitar contestarle a mi padre, me importaba mucho la impresión que el Duque pudiera tener acerca de mi, así que no repliqué. Los tres comenzamos a desayunar en completo silencio, y por unos minutos lo único que se escuchó fue el sonar de los cubiertos. 

   Antes de que termináramos de desayunar, fuimos interrumpidos por un mensajero con ropas increíblementes sucias, era demasiado asqueroso mirarlo. -Mi señor, discúlpeme por interrumpirlo pero hemos conseguido la dirección y el nombre del chico, se llama Joh...- el mensajero frenó su oración de golpe, al recibir un claro golpe de parte de mi padre en la espinilla. No necesité más explicaciones para entender de que era a lo que se referían el Duque y el mensajero. 

   -¿Ese es el nombre de mi supuesto primo?- pregunté súmamente molesto -Vaya, al parecer no eres tan idiota como me lo esperaba- contestó mi padre irónicamente, tomando el sobre que tenía el mensajero en su mano. Comencé a forcejear con él para obtenerlo, sin más resultado que un buen golpe en la mejilla -¡No te enterarás de su nombre hasta el baile!- gritó mi padre -¡¿Porque?! ¡Tengo derecho a saber quien es ese idiota!- 

   -¿Crees que soy estúpido? Si supieras quien es lo mandarías a matar antes de que yo pudiera estornudar- me quedé completamente frío al notar que mi padre había averiguado mi plan. Me puse de pie de golpe y salí a paso marcial en dirección a los establos -¡Tu! ¡Mi caballo!- le grité a un criado, que estaba alimentando a los cerdos. Este salió corriendo en dirección a los establos y en menos de cinco minutos ya traía a mi corcel blanco. 

   Subí a este de un brinco y me acomodé -Si mi padre pregunta donde me he metido, tienes prohibido decir que he salido- este asintió, con los ojos como platos. Comencé a cabalgar velozmente a través del camino, si había alguien que pudiera ayudarme a saber el nombre de mi primo sería el hijo del Duque de Rosberg: George. 

With a little luck. [McLennon]Where stories live. Discover now