Capítulo 15

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Le estaba sacando las pocas piedritas que se encontraban en la cortada de su ceja a Logan cuando sentí el taburete deslizarse, en esa pérdida de equilibrio terminé a pocos centímetros del rostro de Logan, pero el no lo noto ya que se encontraba con los ojos cerrados, escuché la puerta abrirse y retrocedí lentamente para que Logan no notara nuestra cercanía, me giré para ver quien había entrado y me tope con Jason, el cual se encontraba un poco tenso en la puerta, cruzamos mirada, me sorprendió verlo así, siempre llegaba con su característica alegría. 


—Hola Jason —frunció aún más el ceño, cerró la puerta y subió las escaleras de a dos escalones—. Que extraño —murmure. No le quise dar muchas vueltas al asunto, así que continué con lo mío, tomé una curita y le quitaba el sobre para colocárselo.

—No me gusta tener curitas encima —se quejó—. Se ve muy infantil.

—Lo sé, pero es para evitar que te caiga basura o tierra en el corte, después se infecta y tardará más en sanar —una vez terminé de colocar la curita, le regale un poquito de azúcar para que se la colocara en la cortada del labio. 

—¿Azúcar? 

—Cuando era pequeña y me cortaba el labio mi papá me daba azúcar, decía que cicatrizaba más rápido. 

—Comprendo. Bueno... creo que lo mejor será que me vaya, Ana ha de estar preocupada. 

—¿Ana? 

—Mi madrastra, tengo siete mensajes de ella así que... —fue interrumpido por el sonido de una llamada entrante—. ¿Bueno? —alejó el teléfono de su oído—. Ana, no me grites, no, no, ya voy en camino, adiós —colgó. 

—Hablando del Rey de Roma —comentó en tono burlón, yo me limite a sonreir sin mostrar los dientes. 

—Sí bueno, debo irme, gracias por todo —le abrí la puerta, me dio unas palmadas en el hombro y se fue. 

—Vaya foma de agadecer —salió Abi con un bote de helado y con la boca llena de este, y por si fuera poco, lo comía con un cucharón de sopa.

—¿Cuánto tiempo llevas en la cocina? 

—Desde que llegó Jason. 

—No te escuche bajar. 

—Baje sigilosamente, no podía ser vista robando helado. 

—¿Robando? Un minuto... —noté que al costado del helado estaba escrito una "C" con marcador —. ¿Ese helado no es de Cameron? —se encogió de hombros. 

—Era —de pronto la puerta se abre y se escucha a alguien gritando y el sonido de muchas bolsas en compañía. 

—¡¿Alguien me ayudaría?! —gritó Cameron exhausto. Colocó las bolsas en el suelo, se frotó la espalda y colocó las llaves en la mesita a un lado de la puerta, nos observó delante de él y saludó—. Hola chicas, podrían ayu... ¿te estás comiendo mi helado? —entrecerró los ojos señalando a Abi. Ella solo apretó el bote contra su pecho y se fue corriendo por las escaleras—. Todo este tiempo creí que eras tú Maddie.

—Detesto el helado de menta con chocolate. 

—No tienes perdón de Dios. Ayúdame con las compras. 

—¿Más? Recién compramos. 

—Ya viene tu cumpleaños tarada, además, volveré a tratar de hacerte un pastel. 

—Vale, le pediré a mamá que me envíe una y a papá que me envíe protector gástrico. 

—Ja-ja, que no te hago nada —rió sarcásticamente. 

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