The beginning

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Inframundo. Actualidad.

Dejé que el frío viento aguijoneara mi rostro, estaba segura que tanto mi nariz como mis mejillas se habían teñido de carmín. Hades se había desaparecido un tanto malhumorado pero había dejado a alguien observando desde los cielos.

Alcé el rostro y observé fijamente a la sombra. La saludé con desinterés antes de adentrarme a la mansión; no era inusual que Peter me tuviese constantemente vigilada, de hecho muchas veces eso me sirvió, pues le advertía cuando tenía problemas; ahora el único pero es que yo los tendría.

A través de la ventana de la sala observé, pasados algunos minutos, como la sombra se desplegaba por los aires y se perdía de vista. Tenía los minutos contados a partir de ahora.

Observé a Amin acostado en el sofá, aparecí una frazada y lo arropé con ella, checando que no tuviera nada extra (como algún embrujo), una extorsión de parte de Hades o incluso si le faltaba algo. Félix entro con los niños perdidos a la mansión con los vasos.

—¿Qué sucedió? — Interrogó el segundo al comando.

Me encogí de hombros. Tomé el vaso que me tendió Dante mientras los otros niños perdidos veían un tanto preocupados a Amin. Coloqué el borde del cristal sobre los labios del chico y dejé que el contenido fluyera por su boca. —Vino Hades. —Respondí después de darle a beber la poción al ex-rey de Escocia.

Fui a dejar el vaso a la amplia cocina con Felipe pisándome los talones. —Vine porque Pan me ordenó que le informara la situación. —Confesó. La sorpresa me inundó al conocer lo rápido que le llegaron las noticias. —Sí, no estaba demasiado lejos y la sombra no tardó en llegar.

—Pareciese que tiene ojos en todos lados. —Repuse divertida. Suspiré y me subí a una encimera. —No sucedió nada, Félix. Solo... charlamos. —Murmuré con cuidado. Félix alzó una ceja antes de tenderme un espejo pequeño. —Existen los celulares. —Solté divertida; Felipe sonrió de forma ladina. —No sabe usarlos ¿No?

—Supongo que a él le gusta intimidar con sus cejas. —Bromeó y yo solté una carcajada.

—Bueno, están las videollamadas. —Repuse mientras jugueteaba con el espejo de plata en mis manos.

Félix alzó una ceja sin entender. —Poco a poco. Aún estoy aprendiendo. —Pidió al tiempo que sacaba su celular del pantalón para esclarecer a lo que se refería. —Por lo mientras deberías ponerte en contac-

—¿Qué demonios?

—Ajá. —Soltó Felipe cuando escuchó a Pan del otro lado del espejo; desapareció de la cocina en un parpadeó; rodé los ojos ante la mirada acusadora de Peter.

Te pedí expresamente que mantuvieras tu distancia, V.

—P, cálmate. —Pedí con suavidad. El chico me miró con seriedad antes que una sonrisa tranquila y falsa iluminara sus facciones. —Hades vino, no lo llame si eso piensas; quería reafirmar el trato que tenemos. —Confesé. Miré un punto fijo en la cocina de paredes azuladas. Los azulejos del suelo brillaban a pesar de la poca luz que entraba por el ventanal. La noche se había cernido sobre Underbrooke hace unas horas.

El chico soltó un suspiro apenas audible; del otro lado escuché a Cheshire cuchichear con Pan y él le contestaba con miradas o gestos apenas visibles. Por el fondo podía deducir que se encontraban en el local de Barbanegra.

Observé las sombras del otro lado de la habitación, los niños perdidos habían armado un alboroto porque Amin había despertado, y ahora estaban haciéndole un interrogatorio exhaustivo. La luz que provenía de la sala iluminaba la cocina.

Rapunzel and the lost demon (Robbie Kay, OUAT)Where stories live. Discover now