No rested for the wicked

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Halu chicos :33 Espero estén teniendo una bonita semana; me gustaría preguntarles qué les parecen los capítulos largos ¿Les apetece que los corte y actualice más días o prefieren que sean así de largos y sean dos actualizaciones por semana? 

Y otra cosita, en los comentarios de este capítulo pueden pedirme la aparición de algún personaje, ya sea de los cannon de OUAT o de otra historia ¿Quizás Sherlock? No sé, estuve dándole vueltas al asunto después de ver cómo se incluía en la serie a Jekyll y Sr. Hyde. 

¡Espero les guste el capítulo de hoy!

País de las Maravillas. Años atrás. Recuerdo olvidado.

—¡Maldición!

Mi boca tenía un sabor desagradable a tierra; me froté con el dorso de la mano los labios pero fue peor. —Mi reina. —El conejo blanco caminó hasta donde me encontraba sentada y me tendió u pañuelo color hueso.

—Gracias. —Murmuré antes de tomar la suave tela y pasarla por mis labios. —Prometo devolvértela ¿Ok? —El conejo se encogió de hombros.

—No sucede nada. —El habitante del país de las Maravillas se acomodó las gafas rosadas y poco después sus ojos enormes empezaron a observar nuestros alrededores.

Me levanté mientras buscaba sacudir la suciedad de mi ropa pero era casi imposible. Habíamos caídos varados en el bosque noroeste del país de las Maravillas después de la extraña persecución en isla Corona.

—¿Qué haremos con él? —Flynn, quien estaba un tanto alejado de nosotros, señaló el cadáver. —¿Por qué lo has traído? —El chico se acomodó su cinturón de piel achocolatada y desenvainó su espada.

Intercambié una mirada con el conejo blanco cuando escuché pisadas de botas y el relinchar de unos caballos. Eugene soltó otra maldición antes de ocultarse contra un robusto árbol. —Son los soldados de la reina. —Advertí. Los ojos despavoridos del conejo se vislumbraron y sus manos pequeñas volaron hasta jalarse las orejas hacia abajo. Me giré sobre el cuerpo frío y un tanto rígido que estaba sobre el lecho de tierra. —Tranquilo, todo estará bien. —Murmuré hacia la persona tendida en el suelo.

El cántico que se deslizó de mis labios fue reprochado por Eugene y por el nervioso conejo pero todo se silenció cuando el cuerpo del hombre fue rodeado por un aura dorada después que los lazos que nacían de mis manos se colocaran sobre su pecho (cuando retiré la flecha que tenía encajada y guardé la note en el saco).

El hombre tomó una bocanada de aire profunda y su pecho empezó a bajar y subir de forma errática. Sus mejillas empezaron a adquirir color progresivamente.

—¡Por ahí! —Los gritos de los soldados fue lo siguiente que se escuchó. Me giré para observar al conejo que miraba hacia todos lados.

—Vete. —Ordené a secas. —Estaremos bien.

—Lo dudo, preciosa. —Comentó Eugene con un toque nervioso en su voz; le lancé una mirada de reproche.

—No, no me iré. —Alegó el conejo, quien ahora estrujaba su traje entre sus manos.

—No te lo estoy pidiendo. —Comenté de forma casual; las pisadas se escuchaban cada vez más cerca. —Es una orden. —Mi voz se endureció. —Sirves más fuera que dentro de una prisión; además ¿Tan poca fe tienes en mí?

El habitante del país de las Maravillas movió sus bigotes y me miró derrotada. —¡Estaré esperando noticias de usted, su majestad! —Susurró por lo bajo antes de darse la vuelta y desaparecer.

Rapunzel and the lost demon (Robbie Kay, OUAT)Where stories live. Discover now