7. Todo lo malo me pasa a mí.

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Me levanté sobre las nueve y media de la mañana. Me senté en la cama y comencé a recordar lo que pasó ayer.

Era viernes por la noche;

1) Un hombre que no había visto en mi vida, por unos pocos segundos casi me hace una cosa que no quiero ni mencionar.

2) El chico que se mete conmigo en el instituto, me había salvado de algo que me hubiera dejado huella toda la vida.

Todo me parecía tan surrealista, que aún seguía sin creer que la noche de ayer pasara. Siempre estamos acostumbrados a ver casos así por las noticias, películas... Que nunca te paras a pensar en que podría pasarte a ti, y la verdad es que es una de las peores sensaciones que puedes experimentar en la vida, y que espero no volver a experimentar jamás.

¿Por qué Jackson quiso salvarme de aquél desconocido? Ya que tanto me odia, podría haberme dejado ahí e irse como si nada. Pero no fue así... y la verdad es que me alegro de que al menos le hubiera dado una paliza a ese pedófilo. Aún me entran escalofríos al recordarlo todo.

Me levanté y fui al lavabo. Me deshice de todo lo que llevaba encima y me metí en la ducha. Me sentía sucia. Nunca me habían besado de aquella manera. Bueno, rectifico, nunca me habían besado, y menos en otras partes que no sean los labios.

Después de una hora de ducha, escuchando música relajante y sintiéndome algo mejor, me sequé y me puse el pijama. Hoy no iba a salir, no me apetecía salir de mi zona de confort, y a parte, tenía algo de miedo.

Volví a mi cama y me tumbé encima de las sábanas. Agarré el móvil y lo desbloqueé, encontrándome con más de cien mensajes de Summer y muchas más llamadas de teléfono. Rodeé los ojos y lo borré todo. Realmente no tenía ganas de responderle a los mensajes y mucho menos hablar con ella. Me sentía mal, y además, decepcionada por su parte. A los pocos segundos de eliminar los mensajes, picaron a la puerta. Quise hacer caso omiso pero volvieron a picar varias veces más. Me acerqué y miré por la mirilla.

Era Summer. Me tapé la cara con las manos sin saber qué hacer. ¿Debería abrir la puerta y que me diera explicaciones? ¿Debería hablar con ella o mejor dejarla irse y que me dejase tranquila? Si una cosa sé, es que soy una chica impaciente. Pero antes de abrirle la puerta, le contesté desde dentro.

—¿Qué quieres?

—¿Cómo que qué quiero? ¡Ábreme la puerta! Tenemos que hablar.

—No quiero hablar de nada, Summer—le respondí de mala gana.

—¿Puedes parar de ser así? Déjame entrar.

Un mal genio se apoderó de mí. ¿Que deje de ser así? ¿Así, como? ¡Casi me violan y no te preocupaste en saber donde estaba!

Me separé un poco de la puerta y comencé a caminar para arriba y para abajo, suspirando. Me paré en seco mirando la puerta, escuchando como Summer seguía insistiendo para que le abriese. Me quedé unos segundos en silencio para luego ceder.

—¡Giselle!—Dijo en cuanto abrí la puerta, me abrazó pero no le correspondí—Me has tenido muy preocupada, ¿lo sabías? ¿Se puede saber por qué te fuiste ayer sin decir nada?

—Entra—Le dije seria, ignorando sus preguntas.

Me obedeció y fue directa al sofá a sentarse. Me senté a su lado.

—¿Vas a responderme?

—¿Por qué me dejaste sola?—Dije medio cabreada—Se suponía que íbamos a estar toda la noche juntas. Te recuerdo que nunca había ido a una fiesta y era mi primera, y quería estar contigo y ver qué tal, cómo suelen ser. Pero se ve que cuando quería decirte algo ya no estabas—Cambió la expresión de su cara cada vez que le iba diciendo las cosas—Summer... Por poco pasa algo muy malo, por poco un hombre se aprovecha de mí en una de las habitaciones de arriba cuando estaba buscándote. ¿A que eso no lo sabías?—Me crucé de brazos con los ojos húmedos.

Polos Opuestos |PAUSADA y REESCRIBIENDO|Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα