4. No entiendo nada.

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Me quedé unos segundos en estado de shock  analizando la situación. ¿Cómo no me había dado cuenta de que tienen el mismo apellido? "Collins" "Jackson Collins". Me di una hostia mental por no haberme percatado de ello.

Pero a mi defensa puedo decir que hay muchas personas con ese apellido, y que de tantas que hay no pensaba que fuera a acabar concretamente en su casa.

—¿No os vais a saludar?—nos preguntó Loren.

Volví a la realidad y le saludé como si no le hubiera conocido nunca.

—Encantada—Le extendí la mano.

—Igualmente—me estrechó la mano—¿Así que tú eres la niñera de mi hermanita?

Parecía que un gato me había comido la lengua. No podía articular palabra, no sabía si era por el hecho de que tenía a mi peor enemigo delante o por el simple hecho de que tendría que estar aguantando a él y a sus estúpidas bromas de machito egocéntrico todos los días.

—Sí.

—Pues qué bien, me alegro por ti.

—¡Qué guay que os llevéis bien!—Dijo Loren—Voy un momento a mi habitación a por tu póster Giselle, y lo dejo en el comedor porque si no se me olvidará. Ahora vuelvo.

Y salió de la cocina para irse corriendo hacia su habitación, dejándonos solos. Miré al suelo sin saber que hacer o qué decir. ¿Qué se suponía que se hacía en estos casos?

Volví a mirarle a los ojos en cuanto escuché que volvía a hablarme, pero esta vez no de tan buena manera como lo había hecho delante de su hermana.

—Mira empollona, voy a actuar como si no te conociera de nada, ¿vale? Lo voy a hacer por mi hermana porque ella no tiene por qué enterarse de nada, así que actúa igual que yo. Yo dejaré de llamarte empollona y tú dejarás de odiarme mientras estés aquí dentro.

Parpadeé varias veces quedándome anonadada. ¿Estaba escuchando bien? Intenté no reírme en su cara para demostrarle lo poco maduro que había sonado todo lo que me había acabado de decir, pero no respondí sino que mordiéndome el labio inferior para no soltar ni una barbaridad, mientras me miraba con aires de superioridad.

A lo mejor yo también estaba cambiando y me estaba dejando de tonterías de inmaduros que vienen a joderme cada dos por tres.

—No hace falta que digas nada, harás eso y punto. Y ni se te ocurra decirle a nadie del instituto que haces de niñera en mi casa, ¿te ha quedado claro?

Arqueé una ceja, intentando contenerme de nuevo la risa que exigía por salir. Me hacía gracia lo mucho que intentaba cuidar su imagen de malote y de que nadie le podía decir cuatro cosas porque él era mejor que cualquier otra persona. Pero aún así, ¿dónde se supone que me había metido?

—Ya estoy aquí—dijo Loren antes de que yo pudiera decir nada, poniéndose a nuestro lado. Nos sonrió y Jackson le sonrió de vuelta, haciendo como si no hubiera pasado nada durante su ausencia—¿A que es simpática Giselle, tete?

—Mucho, cariño—Contestó, siendo hipócrita y mirándome con una gran sonrisa falsa.

—Nos hemos hecho muy amigas, ¿a que sí Giselle?—Dijo Loren.

—Sí—respondí, para luego mirar a otro lado. Notaba la mirada de Jackson encima de mí, y era algo que no podía aguantar. Odio que la gente se me quede mirando fijamente.

—¿Te pasa algo? Te noto nerviosa.

—No, tranquilo—Contesté a Jackson, sonriendo falsamente.

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