3. Bienvenida a la casa de los Collins.

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Sonó la alarma de mi móvil. La paré y me quedé un rato tumbada en la cama, mirando el techo y pensando en lo aburrida que era mi vida. Todos los días hacía lo mismo; Levantarme temprano, ir al instituto, volver a casa... Y así cada día de mi vida.

Un jodido aburrimiento.

Pero gracias a Dios—o a que por una vez se ha puesto la buena suerte de mi lado—esto iba a cambiar, ya que ahora tenía otro horario por las tardes en el que iría a casa de la señorita Lisa Collins, según el nombre apuntado en su tarjeta para hacerle de niñera a su hija, que no lo había hecho nunca, pero que tampoco era una tarea muy difícil... ¿no?

Me levanté y fui al baño. Me quité el pijama y me puse un pantalón negro y una camiseta de manga corta con un estampado de flores. La camiseta tampoco es que me hiciera mucha gracia, pero como tampoco tenía ganas de ir a comprar ropa nueva tenía que conformarme con lo que tenía.

Desayuné, me coloqué mis dichosas gafas, me lavé los dientes, cogí la mochila del suelo y me fui directa al instituto. Cómo se me olvidó peinarme – como de costumbre – por el camino me hice un moño despeinado.

No me preocupé en si me quedaba bien o me hacía parecer la típica loca de los gatos como la vieja de Los Simpsons (aunque esa señora iba con el pelo suelto y alborotado, pero puede dar una idea), y ya que nadie se fijaba en mí podría decir que en estos casos era como tener el privilegio de vestirte y peinarte sin pensar mucho en como podían verme los demás.

Entré al instituto, y como había llegado cinco minutos antes, me dio tiempo a ir a la taquilla a dejar los libros que no necesitaría las tres primeras horas.

—¡Amiga!—Cerré la taquilla y me apareció de sopetón la cara de Summer. Me sobresalté.

—Qué susto, coño—La miré de mala hostia, haciendo que saltara una carcajada de su garganta.

—¿Otra vez te has puesto la camiseta de flores?

—No tengo muchas camisetas y ya hacía una semana que no me la ponía, así que...

—Así que nada—me interrumpió—. Hoy nos vamos a ir de compras, ¿vale? Me voy a deshacer de esa cosa horrenda lo antes posible.—Dijo refiriéndose a mi camisetita de flores, mientras ponía cara de vomitar mirándola—Y te vas a comprar toda la ropa que yo te elija.

—Summer, sabes de sobra que no me gusta ir a comprar ropa.

—Algún día tendrás que cambiar, ¿no? O vas a llevar cada dia una camiseta de flores pero de diferentes colores?—Rodeé los ojos—. Hoy a las cuatro te paso a buscar a casa, estate preparada—Me cogió del brazo para ir a clase, ya había sonado la campana.

—No puedo—Paró en seco y me miró.

—No hay excusas que valgan, siempre me cuelas todas las que puedes para no venirte a comprar conmigo.

—No, hoy va enserio, tengo trabajo—Me miró arqueando una ceja.

—¿Trabajo? ¿Desde cuando?

—Casualmente ayer.

Mi amiga me miró con cara de "no me la cuelas"

—¿Ah sí? ¿Y se puede saber de que trata ese trabajo, señorita?—Se burló.

—De niñera.

—¿De un día para el otro?

—Que síiii... Si no me crees, ven conmigo y lo compruebas.

—Bien, que de ti ya no me fío ni un pelo.

La miré mal, haciendo que sacara la lengua bromeando.

Polos Opuestos |PAUSADA y REESCRIBIENDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora