—¿Está ocupado? —preguntó alguien a mi lado, me giré e instantáneamente sentí calor en el rostro, delante de mi estaba Logan, pidiendo permiso para sentarse a mi lado –aunque cabe destacar que era el único puesto disponible– sin embargo me sorprendí, él nunca me hablaba, y cuando lo hacía era para decirme algo feo, espero que este no sea otro de esos momentos. 

—No está ocupado... —murmuré. 

—¿Disculpa? —aclaré mi garganta. 

—No está ocupado. —dije más firme.

—Vale, gracias —decidí tomar una revista de las que estaban apiladas en la mesa del rincón –las cuales eran viejas– para distraerme en la espera de Abi, llevo treinta y cinco minutos aquí y ella todavía no sale, no se que tanto tarda. 

—¿De casualidad tú no eres de mi instituto? —ni siquiera me recordaba, debí suponerlo. 

—Sí... 

—¡Ah, eres Pac-Man! Que no te he reconocido ¿te cortaste el cabello? 

—No. 

—¿Te maquillaste? 

—No. 

—¿En serio no te has hecho nada? 

—Absolutamente nada. Estoy igual que siempre. 

—Vaya... 

—Si —un silencio incómodo se formó entre ambos, pero ese silencio no duró mucho. 

—¿Y que haces aquí? —me preguntó. 

—Esperando a una amiga. 

—Oh... Okay. 

—¿Y tú? —me golpee mentalmente por preguntar. 

—No es de tu incumbencia. 

—Lo siento... 

—Da igual. 

Se escuchó el chirriar de la puerta y dos personas hablando. 

—Por favor Abigail, trata de mantenerte serena y controla tu ira. 

—Claro. Adiós. 

—Hasta la próxima semana... ¡El siguiente! —entró a su oficina y dejó la puerta abierta, le siguió una señora mayor y cerró la misma.

—¿Ya? —inquirí.

—Sí, vamos. 

Íbamos caminando de camino a casa comiéndonos unas golosinas, cuando de la nada nos topamos con Rebecca, la cual venía con una chica que desconozco, cargaban muchas bolsas de ropa, me llamó y se acercó. 

—¡Madison hola! Mira quería contarte lo de la pijamada, verás, será mañana a la noche en mi casa, ésta es mi dirección –me entregó un papel con la dirección y su número de teléfono– cualquier cosa si no sabes donde queda me llamas y nos encontramos en algún lado para guiarte, por cierto, la invitación es sólo para ti —observó de reojo a Abi, la cual se estaba viendo las uñas y sacándoles la mugre. 

—Vale, está bien. 

—¿Irás cierto? No es que vas a cancelarme a última hora.

—Ahí estaré. 

—Cuento contigo entonces ¡hasta mañana! —se fue con su amiga. 

—Que chica más hipócrita. 

—¿Hipócrita? ¿por qué lo dices? 

—¿No notas como sonríe? Esa sonrisa es más falsa que decir que mi color de cabello es de nacimiento. 

You Are Beautiful ©Where stories live. Discover now