35. Déjenme sola

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35. Déjenme sola

Días antes...

—No lo entiendo, Moah —comentó el castaño intentando buscarle la vuelta al asunto.

El británico miró los miles de cuerpos destrozados que habían pertenecido a cadáveres de ángeles. El Seguidor reconocía que haber asesinado a tantos ángeles simplemente había sido por placer, no había ninguna otra excusa. Quería matar a cada uno de los ángeles que le expulsaron hacía tantos años, quería matar a todos. Incluso asesinó al arcángel que le liberó. ¿Por qué? Simplemente porque podía, y quería.

Eligor se quedó ahí parado. No dejaría a su hermano solo, no le permitiría hacer malas decisiones. Aunque Eligor también cayó y su gracia fue modificada como la de sus hermanos, él todavía tenía cordura interior. Él todavía veía algo en los humanos y en los ángeles. Sí, cometió un error al seguir a Lucifer, pero aprendió la lección y quería remendar sus errores. Pero no podía remendar nada si su hermano destruía todo.

—Explícame qué debo hacer para que te detengas. Para que pares con esto —suplicó Eligor. Lo que menos quería en el mundo era más gente muerta, en sus siglos en la Jaula comprendió por qué su padre quería proteger a los humanos. Y se propuso volver a darle una oportunidad a éstos.

—No puedes hacer nada, Eligor —dijo él mirando el piso, jugando con su espada dorada—. No quiero que hagas nada.

—No te permitiré que destruyas lo que Padre ha hecho —indicó con visible enojo—. Estuvimos aislados por siglos, ¿acaso no viste con claridad en aquél tiempo? ¿Acaso no aprendimos la lección?

—¿Qué lección? —rió secamente—. Papá nos echó, Eli. Nos echó por tener una opinión distinta a la de él.

Eligor podía ver el dolor en los ojos ambarinos de su hermano. Podía entenderle, él también fue echado del Cielo por seguir las opiniones de Lucifer sin importar que luego se haya arrepentido. El castaño claro suspiró mientras el británico seguía mirándolo.

—Eligor, desde el momento en que caímos, fuimos los más buscados. No pudieron encerrarnos como a Lucifer, pero eso no les detuvo. Nos torturaron, nos intentaban cambiar de opinión cuando sabían que no podían —confesaba con visible angustia dentro de sí—. La caída no nos destruyó, fueron ellos —señaló a los ángeles muertos—. Ellos destruyeron cada parte de nosotros, ¿y nosotros no íbamos a hacer nada?

—No estás pensando con claridad, Moah. Ya están muertos, obtuviste la venganza que querías. ¿Por qué debes desquitarte con la Tierra? ¿Qué te han hecho los humanos? ¿Los Winchester?

—No hicieron nada —admitió Moah, pero pronto un destello oscuro pasó por sus ojos—. Pero los hijos cobrarán por el delito del padre. Dios sentirá el sufrimiento mediante ellos, y si no... Pues tendré plena diversión —comentó con una sonrisa y levantando los hombros.

—Moah...

—¡No! —gritó el Seguidor con todas sus fuerzas. El Cielo retumbó, haciendo que las nubes sobre ellos se volvieran negras—. ¡Me tienes cansado, Eligor! ¡¿Quién te nombró defensor de los humanos?! ¡Haré lo que a mí se me plazca! ¡Mataré a quién se interponga en mi camino! —con cada grito eufórico, un trueno resonaba detrás de él. Cada paso que daba, cada vez estaba más cerca de su hermano, y a Eligor cada vez le daba más miedo lo capaz que parecía Moah de querer acabar con todo—. Y te lo advierto, Eli —agregó calmando la ira en su vientre—. Te mataré a ti, si es necesario.

Después de esa amenaza, el Seguidor desapareció. Dejando que el clima de aquél Cielo en particular se calmara. Eligor miró a los miles de ángeles muertos y negó lamentándose. Iba a necesitar ayuda para terminar con su hermano, la ira le  tomó de antemano y ahora nada podía pararlo. Eligor conocía a su hermano.

Black Wings [Supernatural]Where stories live. Discover now