Capítulo 11

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—¿Está bien estas? —Harry preguntó levantando la bolsa con galletas bicolores.

—¡Sí! —Louis las arrebató y comió una sin preámbulos.

—Oye cariño, debemos pagarlas antes de comerlas —Harry tomó la cintura de Louis y lo acercó hasta tenerlo a su costado.

Louis no se percató de su sonrisa tensa, pero esta se debía al sobresaliente alfa de ojos grises y cabello blondo que no despegaba la mirada del pequeño cuerpo de su omega. Ya llevaba demasiados minutos viéndolo, y Harry estaba tentado a cambiar el color de su ridícula piel inmaculada. Tal vez haber ido a la cafetería frente a su edificio no fue tan buena idea porque Harry estaba consumido por lo celos.

No entendía como Louis era inseguro cuando era adulado por tantos y deseado por más. El castaño no se daba cuenta de las miradas intensas, y menos de sus celos hirvientes. El alfa posesivo en el interior de Harry gritaba mío a cada instante de forma insana, pero acertada.

Adorable con su sonrisa ingenua y las comisuras con migajas de galletas, sólo tenía ojos para él, y eso a Harry lo mataba cada día más de amor.

¿Qué había hecho para encontrar tan hermosa criatura?

Se inclinó mientras Louis hablaba de lo que su café debía contener, y en un segundo aplastó sus labios contra el lado derecho de la boca rosada quitando con la punta de la lengua los restos azucarados. Sin despegarlos se movió a un costado y su boca encontró los labios temblorosos llenos de impaciencia disimulada, pero que se reveló cuando profundizó sus lentos roces. Uno sin pudor donde todos pudiesen ver que los dos se pertenecían.

Harry sintió como se derretía en sus brazos, y no había mejor cosa para calmar a su imperioso alfa. Que su hermoso Louis se entregara a él con tanta confianza que dolía, le hacía saber que sería de él, siempre.

Sonrojado, el castaño se despegó del beso cuando un carraspeo los sacó de su burbuja. Al parecer la fila para pagar había desaparecido y el chico en la caja los miraba divertido con el espectáculo que estaban dando. El beta puso los ojos en blanco esperando que hicieran su pedido y se fueran.

Dos capuchinos y una bolsa de papel marrón después, los dos volvían al edificio. La mano de Louis era protegida por una grande, sus dedos se moldeaban a la perfección como si hubiesen sido tallados exactamente para sostener al otro. Las cosquillas en sus pechos y las furiosas golondrinas en sus estómagos nunca los abandonaban cuando estaban juntos. Cada día llegaban con más intensidad y en lugar de ser molestas, los hacía sentir más vivos que el día anterior.

Las miradas furtivas y llenas de diferentes sentimientos los persiguieron hasta que se ocultaron en el lugar que se convirtió en su nueva guarida. Harry no dejó escapar a Louis de su cercanía en todo el tiempo, incluso llegó a temer que sus dedos hubiesen quedado marcados en la piel acaramelada.

Harry no tuvo inconveniente de pasearse por su edificio al lado del chico que pronto reclamaría, la seguridad era bastante densa y nadie era lo suficiente irracional como para filtrar información del linaje principal. Todos conocían la ferocidad de los Styles, era un completo suicidio tratar de dañarlos.

—Quédate más tiempo —Harry hizo un puchero y sus manos se negaban a soltar a un Louis que forcejeaba con él.

—No —negó con una sonrisa y su cabello se agitó cuando remarcó sus palabras—. Tengo que irme ya. Faltan menos de diez minutos y sabes cómo se pone mi padre.

—Entonces no vayas —Harry tiró de Louis que cayó desordenado sobre él—. Quédate conmigo esta noche.

Acarició el rostro incrédulo y acomodó un mechón rebelde tras la oreja de Louis.

Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora