Capítulo 30

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Para el gusto de Louis, el tiempo se movía demasiado rápido, el día anterior estaban de compras y en el parpadeo siguiente elegía qué era lo más apropiado de vestir para conocer a los padres del rizado. Harry no le dio tregua en toda la noche tratando de relajarlo, y funcionó, pero sólo un instante.

Sus manos sudaban y no podía poner dos pensamientos coherentes juntos, no encontraba qué ropa llevar, no sabía cómo debía comportarse, qué decir o incluso como respirar. No sólo era por el tipo de círculos sociales donde, sus ahora suegros, se movían, sino la sola razón de ser los padres de su alfa le ponía los nervios a flote.

El abrazo sorpresivo del rizado le hizo dar un respingo, cree con certeza que jamás había estado tan nervioso en su vida. Ni siquiera cuando enfrentó a sus padres antes de marcharse.

—Amor, debes calmarte. Ellos no te comerán —un Harry juguetón bajó la mano y estrujó uno de sus suaves montículos—, pero yo sí.

—Creo que no es el momento —sus ojos azules se mostraban turbulentos y sabía que un mal comentario podía hacerlo correr bajo la mesa.

Harry tomó el lindo rostro entre sus manos y no dejó que sus ojos se apartarán. —Ellos están tan emocionados de conocerte que no han dejado de insistir en reunirnos. Ya eres parte de nuestra familia, y no hay forma alguna de que sea diferente.

Eso lo sabía, no había manera en el infierno de que algo o alguien pudiera sepáralos ahora. Además, fueron varias las invitaciones que habían pospuesto, Harry no se lo dijo, pero él lo sabía. Le estaba dando tiempo de aclimatarse a su nueva vida de pareja antes de tomar el paquete completo que incluía a sus nuevos padres.

—Lo sé, solo que tengo un poco de miedo de que ellos se decepcionen al no ser lo que esperaban —no pudo evitar huir de la verde mirada.

Harry no le diría que sus padres estaban felices de que por fin alguien pudiera atar una correa a su cuello, como dulcemente le dijo su madre. Y quien sea que lo pudo domar, era más que bienvenido. Además, quien no amaría a esa belleza de ojos aguamarina.

—Ellos te amarán, te lo aseguro —un beso casto y un poco de sus feromonas tranquilizaron el agitado corazón del ojiazul.

El alfa quería hacer otras actividades recreativas con su hermoso chico que solo usaba una toalla después de un baño vaporoso, él también se encontraba en las mismas condiciones y sería muy fácil desnudarse.

Pesar sintió cuándo ya no tenían tiempo, sabía cómo su madre se ponía con la impuntualidad. Con un suspiro solo lo abrazo para transmitirle que estarían juntos pase lo que pase, ahora eran un equipo, por ahora y por siempre.

(...)

El camino a la casa de sus padres no fue tan lejano como lo creyó, al estar en el mismo sector, el camino era fácil. Solo un par de kilómetros más al fondo de esa enorme arboleda y se abrió un camino que los llevó a una mansión extraordinaria. Louis no pudo evitar sentirse diminuto al lado de esa enorme estructura, un jardín que se perdía en el horizonte, una fuente en la entrada a los pies de unas escaleras que daban paso a unas dobles puertas inmensas.

A los ricos realmente les gustaba lo suntuoso, él jamás había estado en un lugar así, incluso las películas no podrían capturar lo intimidante que podía ser.

Al detenerse en la entrada, Louis nerviosamente se percató de las dos personas que se alzaban en el recibidor, sus nervios aplacados volvieron de la calma y no pudo evitar no querer salir de auto.

—Descuida, bebé —Harry dio un apretón a su mano y no pudo contener la sonrisa enternecida que le causó el inquieto omega—. Todo saldrá bien, te lo prometo.

Louis no pudo decir algo más cuando lo tomó por sorpresa el elegante hombre mayor que abrió su puerta y le tendió la mano. Sin saber realmente que hacer, solo siguió lo obvio. Un poco rígido dejó que lo ayudara a salir del auto, y al estar de nuevo en suelo firme levantó la mirada hacia las personas que los esperaban. Ellos estaban bajando para ir a su encuentro, y el pavor casi lo hizo dar un paso atrás.

Era impresionante como con cada paso que se acercaban parecían brillar más contra el atardecer. No por esa ropa cara, ni por la armonía de sus posturas con el lugar. Esas sonrisas cálidas y su aroma que el viento le llevaba, hizo que se olvidara de todo lo que había repasado hacer. El único pensamiento que hiló fue que ellos eran tan hermosos como el sol. Quería que se acercasen más rápido y comprobar si su calidez lo podía envolver.

—No era necesario que salieran. —Harry lo sacó de su ensoñación con su voz y la mano sujetando su cintura— Conozco el camino.

Y entonces lo supo y quiso llorar, porque algo familiar se instaló en su corazón. La sonrisa que Harry le daba cuando estaban solos era similar a la que tenía ahora y se reflejaba en los rostros maduros. La misma que mostraba el querer a sus personas especiales, el amor casi lo podía tocar.

—Lo sabemos, cariño, pero necesitábamos ver todo desde el principio. —la mirada café fue dirigida al pequeño omega y quedó embobado por su gentileza— Bienvenido.

Las pequeñas arrugas alrededor de sus labios y la mirada estrechada por la sonrisa, fueron su respuesta. Estaba bien, ellos podían entenderlos.

Louis la olió cuando lo estrechó entre sus brazos, ella olía tan acogedor que no pudo evitar derramar pequeñas gotas al vibrar su corazón con su gesto. Jamás había sentido un abrazo tan amable de alguien que no fuese Harry, ella lo sostuvo tan dulcemente que creyó que así era como se debía sentir el amor de una madre.

—Gracias —subió su acuoso mirar y se volvió a sentir afortunado cuando ella limpió sus lágrimas sin perder ni un ápice de esa sonrisa.

Para Louis significó todo cuando ella no dijo nada por su reacción, ese solo gesto le indicó que ahí había alguien más a quien le iba a importar. No había nada que temer, Harry no le mintió cuando aseveró que ellos lo adorarían desde el inicio.

Louis ni siquiera recordó las veces que Andrew los descubrió melosos en la oficina, y el alfa tampoco dijo nada de ello. Solo sintió con el abrazo lo pequeño que era el omega y lo adorable que se veía. Ahora sabía porque Harry se dejó atrapar, y estaba satisfecho por la increíble criatura que ya era parte de su familia.

Y a cambio Andrew lo hizo sentir protegido, como un enorme oso que cuidaría de su nuevo cachorro. Porque era agradable su amaderado olor, su cabello con mechones blancos y esos ojos cansados que tenían el mismo verde que su amado alfa, sentía que podía contarle cualquier aflicción y esta sería desbaratada.

Dejó de importar el tamaño de la casa cuando ellos lo acogieron con cariño, no importó los abrazos estrechos que arrugaron la ropa, en su corazón se plantó el sentimiento de la confianza y el rechazo jamás se asomó ni lo haría. En su mente no existió más que el deseo de estar con ellos.

Y el tiempo se los volvió a comer, la tarde se fugó y la noche los cubrió, tan rápido que fue solo una probada de lo que sería. No fue suficiente, pero tampoco sería una última vez, la primera de tantas. Si bien el inicio fue reconfortante, no tenía idea de lo apreciado que se volvería. Al estar saliendo de ese lugar, supo que regresaría gustoso una y otra vez, ahora tenía otro lugar a donde llegar.







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Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora