31. Lo lamento mucho

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—Recuerdo sus caritas de miedo... Estaban aterrados pensando que los castigaría como John cuando rompían algún artefacto suyo —Lily asintió con movimientos de cabeza. Su padre era muy conservador y cuidadoso con sus artículos de colección y también con la vajilla que provenía, mayormente, de su madre, es decir la abuela de Lily.

—Teníamos seis años, Sam siete. Nunca habíamos roto algo contigo, no sabíamos cómo reaccionarías...

—Siempre fueron muy cuidadosos —su sonrisa fue más chica, como si estuviera sonriendo con tristeza. Cerró el agua, ya habiendo terminado con los platos, dejó que su hija terminase de guardar para acercarse y rodear sus redondas mejillas con sus cálidas manos—. Mi hermoso ángel —le mencionó con un brillo especial en el celeste de sus ojos—. Siempre fuiste tan dulce, Lily. A veces me sorprendían tus respuestas cuando eras chica, pero sin duda te amaba.

Lily sintió que ese momento era uno íntimo, entre su madre y ella. Por suerte nadie interrumpió, sus ojos se aguaron, su madre siempre le decía esa clase de cosas en su cumpleaños. Como si estuviera siempre haciendo un recuento de sus mejores éxitos para ella. Y a Lily le encantaba que su madre estuviera presente en pequeños detalles de su vida, detalles que a veces no recordaba por la juventud.

—Me acuerdo una vez, aquella vez que me di cuenta de que serías una mujer muy fuerte y sabia, cuando llegué a tu cuarto y estabas vestida de princesa. Estabas sobre tu cama con una espada de plástico que seguramente tomaste del cuarto de Dean —la mujer mantenía sus manos en las mejillas de su hija y pronto los irises celestes se encontraban vidriosos—. Recuerdo que entré y te pregunté si estabas esperando a tu príncipe, y tú me dijiste: "No, mamá, porque no necesito un príncipe que me rescate." Tomaste la espada y empezaste a luchar contra algún dragón imaginario. Esa respuesta, tan digna de una mujer, me la habías dicho cuando apenas tenías cuatro años... Simplemente me sentí orgullosa de demostrarte que las mujeres somos tan importantes y fuertes como los hombres.

Unas pequeñas lagrimas de felicidad caían por las mejillas de ambas mujeres. Lily no recordaba tal memoria pero agradecía que su madre le dijera aquellas cosas, le gustaba saber de su historia. Los pulgares de Mary corrieron las lágrimas que salían de los irises verdes y luego Lily limpió aquellas gotas de su madre.

—Te quiero mucho, Lily —agregó al final.

—Y yo a ti, mamá —respondió mientras la abrazaba. Estaba muy emotiva esa noche, y como pronto sería su cumpleaños tenía una gran pregunta que hacerle a su madre. No se la formularía en ese momento, ya que era el momento en que ambas compartían sus memorias de la otra, buscando dar un significado o moraleja a esa actitud del pasado.

Pero Brady le había dado una oferta, de irse a vivir los dos juntos una vez que él consiguiera establecerse en una universidad cercana así la joven podía terminar su último  año de secundaria. A la rubia le parecía una idea algo descabellada, pero pensaba que sería genial para el futuro. Así la relación iría a otro nivel, y Lily amaba a Brady. Y él la amaba a ella, ¿qué mal haría intentar convencer a su madre de ir con él?

Lily sabía que su padre -y hermanos- se negarían, pero si lograba convencer a su madre, tenía alguna oportunidad de que aquél pequeño sueño se lograse.

Se separaron del abrazo y ambas chequearon el reloj. Eran las once y cuarto. Tenían tiempo antes del pequeño brindis de cumpleaños de Lily.

Ambas rubias volvieron a la cocina, donde ya los cuatro hombres hablaban de cualquier tema en conjunto. La rubia pensó en traer un pequeño postre a la mesa, algo que los hombres pudiesen comer antes de la pequeña torta de su madre a las doce de la noche. Sabía que Dean se contentaría con una tarta, y ella no se opondría a la idea.

Black Wings [Supernatural]Where stories live. Discover now