I love you

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Yo solo estaba existiendo y de la mejor manera. La felicidad se notaba en mi cara, mis manos no paran de sudar y el silencio era infinito.

Sostenía a Tate en mis manos, mi bebé con solo un mes de nacido. Ahora estaba gordito, no llora tanto y ríe siempre que le doy besos en su panza.

Tengo otro bebé, una niña, llamada Violet. Ese nombre igual como el de «Tate» fue escogido por Hannah. Aunque no me parecían geniales en algún momento, en realidad lo son.

Violet siempre llora, es pequeña, muy pequeña, incluso más pequeña que Tate y el fue bastante pequeño según el doctor. Violet es frágil, en este mes si he podido sujetarla cinco veces es demasiado. Isabelle se encarga de ella, siempre están juntas y inclusive cuando Violet no siente que está en sus brazos llora a gritos.

    Isabelle y yo, no somos lo mismo. Yo no la siento ni ella a mi.

    Se puede decir que Hannah era el lazo que nos unió y el que nos separó.

    La perdida de Hannah me duele, me quema por dentro pensar en ello. Porque la sentí esos días, conectamos, con solo mirarla yo podía saber todo y ella viceversa, conste, no significa que no amaba a Isabelle, pero en ella encontré a una amiga y el amor... de una manera distinta.

    Puede que suene estúpido pero ese embarazo me enamoró.

    Isabelle sabe esto, cuando dejamos a los bebés a dormir, dormimos en cuartos separados. Yo la escucho en el otro cuarto llorar, gritar entre las almohadas hasta quedarse dormida. Duele, pero no duele más que haber perdido a Hannah.

    Tate me recuerda a ella, tiene sus mismos cachetes y esos ojos hermosos.

—Te amo Tate—le dije susurrando y el solo río, lo que hace siempre, como si me entendiera.

    Sonreí con poca alegría porque su pequeña carcajada me recuerda a Hannah más aún.

—¿Puedo pasar?—escuché la voz de Isabelle en la puerta.

—Claro—

    Ví como entro al cuarto con los pies arrastrados y la cabeza agachada. Su camisa estaba llena de leche «seguro de Violet».

—Creo que ya puedes pasar esto sin mi, ya es hora de irme—dijo hablando bajito, sin mirarme.

    Mi corazón hizo un brinco, y es porque sé que no podría hacer nada sin Isabelle, la necesito.

—Isabelle, esta casa es tuya—dije buscando excusas.

—Si lo es, pero me iré a España. Prefiero dejársela a ustedes, mi padre no volverá y le he dicho que se las dejaré—dijo ahora fuerte, decidida.

    ¿Como que se irá a España? ¿Acaso cree que mis hijos crecerán sin una mujer? ¿Como cree que soy capaz?

—¿Como a España? ¿Y todo este plan hace cuanto lo planeas?—puse a Tate en su cuna para poder pararme.

—Desde que Tate y Violet nacieron, incluso antes, planeaba dejarle esta casa a Hannah y a ti—

—Tu eres parte de esta familia, los niños te necesitan—estoy desesperado.

—Yo quería que tú me necesitaras. Yo quería ser la madre de esos niños, yo quería ser feliz. Mañana mismo me voy a España.

    Y me dejo ahí, viendo como la vida se me caía en cantos.

I don't know you » Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora