Podía quedarme toda una vida observándola, disfrutando cada detalle de ella, sus imperfecciones que para mi parecen cada vez más perfectas. Su cara bonita no era todo, su personalidad que siempre hacía que me sacara de mis casillas. Su forma de hablar, de simplemente no pensar las cosas antes de decirlas, aunque al segundo siempre ponía mala cara porque sabía que lo que había dicho le haría daño.
Cuando hablaba sus manos bailaban por todo el lugar haciendo que la gente solo le prestará atención a ellas y no a sus palabras. Sus mejillas siempre con un color carmesí y su bondades que aunque las personas no se la merezcan ella siempre las da de más.
Isabelle era una niña, pero Dios, lo loco que me tenía. Había hecho esconder a todos los demonios que tenía en mi, ella era como un ángel, mientras yo era un diablillo y caí profundamente enamorado de ella, sin darme cuenta.
En estos momentos Isabelle estaba encima de mi, su pelo alborotado por toda su cara. Su sonrisa era más grande alguna otra. Yo estaba sin camisa y sus dedos vagaban por mi pecho haciéndome cosquillas. Cada cuanto murmuraba un "Te amo" y volvía a acostarse en mi pecho.
Los dos estábamos disfrutando la compañía de cada uno. Y vaya que compañía tenía, no sentía remordimientos y ninguna molestia. Sentía paz y tranquilidad y quizás esto era lo más que anhelaba desde hace mucho tiempo.
-¿Que tanto piensas?- Isabelle llego a sacarme de mis pensamientos haciéndome sonreír.
"En ti" pensé.
-Cosas Isabelle- Le dije empezando a sobar su cabello.
-Quisiera poder leer tu mente- Ella
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I don't know you » Evan Peters
Teen Fiction-Bésame, ahora-dije casi gritándole. No tenía razón de tal cosa. Deseaba con ansias que lo hiciera sin pedir explicaciones. -Y-Yo-No te conozco-dijo tartamuda y en su voz note que sentía miedo de mi. Y eso me encantaba. -Es una orden niña, no cu...