Cuando lentamente todo cambia

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Había llegado la noche, y las energías de Stephan no estaban muy elevadas, debido a que una cena con el socio de su padre acarreaba temas económicos, lo cual indiscutiblemente guiaban la conversación a el matrimonio, cosa que a el solamente le causaban escalofríos, sería porque enviaban indirectas muy directas sobre el y Emma.

Luego de arreglarse perfectamente se observó en el espejo por ultima vez y salió de su habitación rumbo a la sala dónde su padre se encontraba junto a los invitados. Al entrar por el arco de la entrada todos giraron sus rostros hacia él y notó que a Lady Madeline y su madre se les formó una gran sonrisa, mientras que Emma suspiró sonoramente mientras esbozaba una tímida sonrisa. Solo sonrio y se acercó a las damas para saludarlas con un casto beso en sus manos enguantadas.

—Gracias al cielo que llegaste hijo, estaba por subir a buscarte, has demorado bastante.

—Si lamento los inconvenientes padre, un placer verlas nuevamente señora y señorita Blackstrom,.

Con un asentimiento de cabeza las damas siguieron con su animada charla, mientras los caballeros hablaban tranquilamente cada uno con una copa de brandy en su mano.

Stephan notaba como la mirada de Emma no dejaba de posarse en él, cosa que lo incomodaba increíblemente, a pesar de que debería sentirse alagado ante su osada acción.

En un momento apareció una de las sirvientas informando que la cena ya estaba lista y los guio hacia el comedor.

Cada quien se acomodó en sus respectivos lugares y comenzaron a comer, Stephan se sentía fuera de lugar, incómodo con cada insinuación de Emma y cada indirecta de su madre sobre porque no hablaba con la señorita. Ni bien terminó de cenar pidió permiso para levantarse, y aunque no fuera cierto anunció que se sentía mal y asi dejar el comedor.

Ariadne estuvo calmada luego de haber salido a tomar aire, seguidamente de terminar con los preparativos de la cena se decidió en cenar ella sola en el jardín trasero alejado de todos, ya que sentía que su mundo daba vueltas experimentando un vacío en su estómago.

Breve fue su momento a solas cuando vió salir a Stephan sosteniendo una copa de brandy en su mano y una mirada frustrada en su rostro, pensando que lo llevó a mostrarse de esa manera tan antinatural de él, siendo que siempre lo veía fresco y tranquilo y esta vez se veía desbordado y estresado.

Decidió hablarle, sin saber que la llevo a pensar en ello, pero irremediablemente lo hizo.

—Linda noche señor Stephan.

Stephan se estremeció al oír aquella voz en la oscuridad, estaba ensimismado en su propio mundo que no oyó a nadie entrar o salir al jardín.

—Asi es Ariadne, ¿que haces aquí sola?

—Vine a cenar aquí, sentí ganas de estar sola, y nada mejor que venir al jardín, a nadie se le ocurriría, solo a usted Stephan por lo que veo.

A un verso de ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora