—Así me llamo –respondió con un mohín antes de arrugar la nariz–. ¿Por qué no estas asustada de verme?


Algo brilló en los ojos de Katherine, Dena supo reconocerlo pero decidió ignorarlo. No respondió a su pregunta y fue después de un momento en silencio que habló. — ¿Qué haces aquí?


—Sabes que no estás en posición de preguntarme nada, ¿verdad? –se cruzó de brazos mientras se recargaba en el marco de la puerta, si no necesitara invitación para entrar, las cosas serían diferentes. Malas para Katherine–. Responde mi pregunta y puede que te conceda esa pregunta de deseo.


—Sabia que tarde o temprano vendrías aquí –alegó apretando los dientes cuando el filo toco el hueso de su pierna–. Llámalo una visión del futuro.


Dena sonrió con burla. —Resignación, querrás decir.


—Lo que sea –gruñó.


—Estoy buscando a tu encarcelador –habló en respuesta a la pregunta de la contraria, Katherine volvió a tensarse–. No espere encontrarte aquí y tampoco tenía idea de que ya te habían atrapado –dio un vistazo a la pierna sangrante de la mujer–. Por lo que puedo ver, Klaus se ha divertido contigo.


—Sí, yo diría precisamente que se está más que divirtiendo.


—Es triste que haya una barrera mágica entre nosotros, querida –bisbiseó con un deje de amenaza–. Estoy segura que nosotras tendríamos un buen reencuentro. Pero me importa poco en estos momentos –los gritos se escucharon en su cabeza y su bello se eriza–. ¿Dónde está el bastardo de marido?


Alguien tose detrás de ella. —Esa no es la manera de referirse a quien puso un anillo en tu dedo, ángel.


—Por supuesto que no –Dena murmuró mientras se giraba lentamente–. Tampoco este el recibimiento.


Lo siguiente lo hizo con rapidez, giró su cuerpo completo mientras alzaba el brazo con el puño en alto, lanzándolo en la dirección del hombre. Quien ante el ataque repentino solo atinó a moverse a la derecha, esquivando el ataque mientras sus manos actúan y toman el brazo en alto de Dena, tirando de ella para retenerla contra su pecho.


— ¿Ibas a golpearme? –Klaus inquirió con la ceja alzada, una sonrisa socarrona naciendo en sus labios.


Dena se removió como gusano entre los brazos de Klaus intentando zafarse del agarre, sin embargo, el bastardo era bastante fuerte y lo único que consiguió fue que la pegara más a su pecho, a tal grado de que no había espacio entre sus cuerpos.


—Suéltame.


— ¿Ibas a golpear al amor de tu vida? –repitió. Klaus le sacaba por lo menos una cabeza de altura y justo en esa posición tenía cero posibilidades de escapar


—Eso y cortarte la lengua, idiota –rumió alzando la cabeza para mirarlo a los ojos–. Luego iba a... –se atraganto con sus palabras cuando el original incluso la cabeza hacia abajo, quedando con la nariz a un centímetro de distancia de la suya.

Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]Where stories live. Discover now