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"Es también la locura del amor: creer posible el reencuentro con la comunicación a la primera oportunidad entre un ser y otro"





El momento cada vez está más cerca.


—Déjenme en paz –murmuró con voz pastosa.


El momento cada vez está más cerca.


Apretó las manos en sus oídos, cerrando los ojos con fuerza mientras en toda la oscuridad en la que estaba, el susurro de las voces se escuchaba más alto. No sabía dónde estaba, todo lo que sus ojos podían ver era recuerdos y oscuridad, una tan aterradora que le erizaba la piel. El tiempo pasaba lento y había perdido la cuenta de cuanto había estado ahí.


Mátalo.


—Cállense –pidió, su cuerpo temblando.


Mátalo.


— ¡Cállense! –exclamó sintiendo como la presión en su pecho aumentaba.


Es hora, despierta, amor mío.


Aquellos ojos color zafiro se abrieron con fuerza ante las últimas palabras en su cabeza, su respiración siendo errática y el palpitar de su corazón sonando ante sus oídos. Contemplando la habitación en donde estaba y su ceño se frunció al sentir una opresión en su pecho que la arrastro como una fuerza invisible a un lado de la cama, haciéndola caer en el suelo con un golpe sordo.


— ¿Q-Qué demonios? –logró murmurar y la misma fuerza volvió a arrastrarla contra la pared.


Gimió por el golpe, intentando pararse, pero apenas lo logró, otra vez fue empujada contra la pared, golpeando su cabeza con mucha más fuerza. No tuvo tiempo de volver a reaccionar, cuando su pecho se oprimió tan rudamente que el aire dejo de pasarle a los pulmones, en ese mismo momento la puerta de la habitación fue abierta con mágicamente y como si algo le hubiera agarrado el torso, nuevamente fue empujada fuera del cuarto. Su cabeza estaba empezando a dar vueltas por la falta de aire y por cada golpe que se daba en el pasillo, escaleras y recibidor conforme avanzaba y era arrastrada.


Su vista se volvió borrosa cuando llego al primer piso y fue directo al pasillo que daba a la entrada, pudo divisar una silueta parada a un lado de la puerta abierta y apenas logro murmurar algo para que esta se moviera lo suficiente para darle espacio y ella fuera empujada fuera de la casa.


Los vampiros no pueden entrar sin invitación, amor mío.


Las risas en su cabeza estallaron y comprendió que aquello había pasado por una sola cosa. No había sido invitada a su propia casa. Dejo salir una bocanada para tomar aire mientras caía al piso de cemento, seguramente raspándose las rodillas.


¿Quién demonios se atrevía a poner las escrituras de su casa a nombre de un humano? Iba a golpear a Damon y a Stefan apenas tuviera la oportunidad.

Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora