Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]

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— ¿Qué estás haciendo, bebé?

Instintivamente Dena se llevó el pedazo de papel al pecho, cubriéndolo de los ojos curiosos de Damon. La niña miró a su papa con una pequeña mueca en su cara, Damon tenía ese brillo de culpa en los ojos que la hacía sentirse mal y era... era extraño ver al hombre en esos días, donde la mayor parte del tiempo se la pasaba persiguiendo a Stefan, que  hasta incluso pensó que ya la había olvidado por lo que ellas le habían hecho.

Estaba asustada, muy asustada.

—Nada –arrugó la nariz cuando un ligero temblor la hizo cerrar los ojos–. Yo solo...

— ¿Estas bien, cariño?

¿Lo estaba? No. Su padre se había convertido en un vampiro y aunque ella no sabía con exactitud que era, algo dentro de ella le decía que debía de odiarlo. No lo entendía y no quería hacerlo, no quería odiar a su padre porque lo amaba, pero simplemente... simplemente el pensamiento estaba ahí. En cambio, Damon había permanecido distante desde que la encontró en medio del bosque, una semana después de que las brujas la hubieran torturado, ella lo entendía ya que incluso para alguien tan pequeña, era fácil deducir que el sentimiento de culpa permanecía sobre las demás emociones del pelinegro.

—Si –arrugó el papel en sus manos, apartando la mirada del hombre–. Y yo... estaba escribiendo una carta.

Damon alzó una ceja. — ¿Para quién?

Dena se contrajo un poco cuando el contrario se acercó, provocado que este se detuviera en su intento de tocarla.

—Para ustedes –respondió en un hilo de voz–. Para el tío Stefan y para ti.

— ¿Para... para nosotros? –Dena asintió, su piel erizándose por el tono amargo y cargado de rabia ante mención de Stefan–. ¿Puedo leerla?

Dena negó rápidamente. —No.

— ¿Por qué?

—Todavía... –murmuró entrecortada cuando su cabeza dolió y la dulce voz en ella gritó tan desgarradoramente que incluso el terror y dolor se instaló en su pecho, aferrándose a tal grado que sus ojos se aguaron. Estaba asustada de lo que iba a pasar con ella y esperaba poder soportarlo aun si sabía que no podía hacerlo porque estaba condenada–, todavía no es el momento.