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EDITADO 20.07.21

IRENE

Cenamos al final dentro, en el comedor, ya que había empezado a llover, cosa que me extrañaba porque hoy había hecho un día maravilloso. Me pasé toda la cena sin abrir la boca salvo para comerme una porción de pizza. Todos hablaban animadamente excepto Dani, quien se encontraba con el mismo ánimo que yo. Al parecer, no solo odiaba a Elisa, sino que me había comentado que ese tal Álvaro no le gustaba ni un pelo. Además, desde el principio sabía que yo no estaba agusto con su presencia porque sí, él estaba al tanto de mi ex amistad con este. Por eso cuando Álvaro abrió la boca, mi querido Dan no se cortó ni un pelo para intentar cerrársela.

— Bueno, ¿y si hacemos algo?— dijo Álvaro estirándose para atrás en la silla.

— ¿Y si os vais a vuestra puta casa?— fingió sonriente Dani. Tenías que haber visto su carita, imposible tomarlo en serio.

— Nene, relaja— saltó Jesús, quien se había tirado toda la cena hablando con Álvaro sobre motos. Él sí que no parecía tener ni idea de nada sobre él.

— ¿Jugamos a Prueba o Verdad?— propuso Álvaro—Sé que es el típico juego pero es gracioso si lo acompañamos con algo de alcohol.

— Uf, la verdad que el juego no sé, pero ahora que dices alcohol...— Yasmina me miró haciendo pucheros, sabía que yo no estaba muy animada y pensó que quizás sus muecas me harían cambiar el humor. Lo intentó.

— Ni hablar, conmigo no contéis— dije alzando los brazos y negándome.

— Venga Irene —insistió Jesús—. Es para pasar un buen rato...

— Sí venga, no seas aguafiestas— la que hablaba ahora era Elisa, quien para mí sorpresa se había comportado normal durante la cena. Ahora su tono burlón me aseguraba que la Elisa malvada volvía a las andadas, aunque lo cierto era que había perdido protagonismo al traer a Álvaro.

Álvaro.
Esa era otra. ¿De verdad eran hermanos? ¿Por qué nunca me había contado nada acerca de que tenía una hermana? ¡Eso explicaba que él contaba con mucho dinero! Pero entonces, ¿por qué demonios se metía en follones y en apuestas altas? Si creía que conocía Álvaro, ese día me di cuenta de que estaba equivocada.

Todos parecían querer jugar al ridículo juego de la vieja escuela, incluso Alfonso. Rodé los ojos y me encontré con los de Dani. Una sonrisa se dejó ver en su rostro, y me la contagió a mí.

— ¿Jugamos?—me animó—. Sólo será un rato, enseguida se tendrán que ir porque es un poco tarde.

— Vaaaaale— asentí al fin. La verdad era que no tenía ganas de que me miraran como si fuera una vieja aburrida.

— ¡Genial! Voy a por una botella— dijo Jesús, levantándose.

Me lo estaba pasando guay, por el momento no me había tocado nada fuera de lo normal, además solo había salido dos veces.

— ¿Prueba o verdad?— le pregunté a Elisa.

— Prueba— dijo con obviedad, sonriendo y guiñándole un ojo a Jesús.

— Quítate la camiseta y quédate en un sujetador durante dos rondas— se adelantó Álvaro justo antes de que yo abriera la boca para decirle la prueba. Hubiese preferido que metiera la cabeza en un horno a 280°, pero bueno.

— Oh, sin problemas— dijo sin objetar nada. Se la quitó y se la tiró a Jesús. Ella se acercó a él pero, él incómodo, se apresuró a hacer girar la botella—.Te ha tocado, Irene.

Bffff...—bufé, empezaba a gustarme el juego ya que parecía invisible porque no me tocaba casi nunca a mí la botella.— Verdad.

— ¿Verdad?— dijo Elisa antes de echarse a reír—. Menuda cobarde,¿no?

— Es mi turno, no el tuyo.

— Ya, pero que digo que no te atreves a nada...-dijo esta echándose el pelo para atrás con un movimiento de cuello. Puse los ojos en blanco, la detestaba.

— Antes había hecho prueba— le recordé— Estoy en mi derecho de cambiar y elegir verdad ahora. Simplemente, no quiero repetir dos rondas seguidas— me encogí de hombros.

— Por ser tú, te dejamos que repitas, cariño— ladraba como la auténtica perra que en era, en serio. Pues vale, si quería jugar, jugaríamos.

— ¿En serio? ¡Gracias!—aplaudí con tantas ganas que por un momento pensé que me alegraba de verdad, pero nop— Elijo atrevimiento.

— Pues...— dijo un Jesús pensativo.

— Déjamela a mí, porfi— le dijo Álvaro, y Jesús asintió porque claro, eran supercuñis— Irene, Irene.- me nombró de una forma juguetona que me produjo desagrado— No te atreves a... darle un beso a Jesús.

Elisa, la cual se encontraba bebiendo un vaso de ron, tosió y le lanzó una mirada de desaprobación a su hermano, quien le hizo caso omiso ya que seguía mirándome a mí.
Su mirada me intimidaba. Pero se equivocaba si creía que me iba a dejar hundir por él.

Para sorpresa de todos, en especial de Jesús, me levanté y me acerqué a él. Le tiré del cuello del polo y le  planté un beso profundo e intenso, más largo de lo previsto ya que me lo siguió. Me separé en cuanto fui consciente de que ya era suficiente espectáculo para ellos.

— Reto superado— dijo sonriendo Álvaro. Se había quedado sorprendido ante mi reacción, pero no solo él, sino todos. Mientras me dirigí a mi sitio para sentarme, sentí los ojos de Dani puestos en mí. Vi algo que no me gustó nada en su mirada pero lo ignoré ya que me sonrió.

— ¿Por qué no nos vamos hermanito? Es tarde—dijo Elisa levantándose y poniéndose la camiseta de cuadros que llevaba puesta antes.

— Será lo mejor, sí— le guiñé un ojo a ella, invitándole a irse.

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