3.

8.5K 322 14
                                    

EDITADO EL 16.07.21


IRENE

—¿Seguro que no quieres que te lleve?—preguntó por enésima vez. Le dediqué una sonrisa a modo de agradecimiento, y viendo su insistencia, me adelanté:

—Que no Álvaro, tú sabes cuánto detesto las motos. No pienso montarme en...—desvié la mirada a la moto y la señalé con desprecio desde la puerta—: eso.

—Bueno, pues si te raptan por ahí, no digas que fue por mi culpa.— me contestó exasperado mientras levantaba las manos demostrando su inocencia. Lo único que se me ocurrió hacer fue lanzarle  una mirada asesina que me esquivó. Entró a por su casco y al instante estaba plantado en la puerta, invitándome a salir—. Vamos, ¿o piensas quedarte aquí a dormir?—tan gracioso como siempre.

—Créeme, dormiría mejor aquí que en casa.—reí, sacando la llave del bolsillo y cerrando la puerta.

Tras comprobar un par de veces el cerrojo de la puerta, nos dirigimos a la acera de en frente, donde descansaba una moto negra, mi mejor amigo se creía Hache de A tres metros sobre ti. De verdad, es que solo de pensar en subirme ahí, me entraban náuseas. No me subiría ni con Mario Casas en ella. En realidad, en ese caso me lo pensaría, pero bastante. 

— Bueno , supongo que no habrás cambiado de opinión.—me dijo cuando llegamos a la moto.  Era cabezón, bastante, lo sé. Negué—.Ya te vale, ya veo lo mucho que confías en mí.

— Álvaro, chantaje emocional no.—le regañé. Se le daba bastante bien ser un lastimero. Otra característica de él.  

— No si yo ya me voy...—dijo subiéndose a la moto. Observé cómo se colocaba su casco y arrancaba la moto. 

Cuando me despedí de Álvaro, saqué el móvil del bolso para ir entretenida por el camino. Una leve risa sarcástica se me escapó al meterme al WhatsApp para ver si tenía algún mensaje. Irónico, si no tenía ni amigos.  Sin embargo, esta vez me llevé una sorpresa. 

Un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral cuando vi que tenía una notificación de Jesús, concretamente, un mensaje vía SMS, no WhatsApp. Ojo al extraño dato. Convencida de que era otra de sus bromas pesadas, decidí no contestarle. Me guardé el móvil en el bolsillo trasero del pantalón y seguí andando.

De repente, una sensación extraña hico que me detuviese en medio de un paso de peatones. Buen sitio, sí. Lentamente, me di la vuelta y vi a una persona con un pasamontañas que se encontraba a unos diez metros de mí.

Inspiré aire fuertemente, y me conciencié. Sé que correr era lo que haría cualquier persona ante esta situación, pero yo preferí hacerme la tonta y mostrar seguridad. Opté por seguir caminando, aunque un poco más acelerada que antes. 

Tras unos minutos, me giré para comprobar si seguía detrás. Solté todo el aire que tenía acumulado en los pulmones al ver que se había esfumado. Tómale, soy una máquina. No, lo que en realidad era es imbécil.  Y ahí estaba la prueba cuando me giré.

—¡Ah!—grité tras sentir cómo aquel tipo me cogía con fuerza la parte superior de mis brazos—.¡Suéltame, socorro!— miré para todos lados esperando a que milagrosamente apareciera Superman o algún vengador para salvarme, pero no se dio el caso. 

Le propiné un rodillazo en sus miembros y salí corriendo a toda velocidad. No hizo falta girarme para comprobar si aquel villano me seguía ya que escuchaba sus pasos pesados tras de mí. Y créeme, es la peor experiencia que puede vivir alguien. Cero recomendado ir sola o solo por las noches, y más a altas horas. Desgraciadamente, la sociedad está mal. 

Y me terminaste gustando #1Where stories live. Discover now