-Capítulo 24-

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-Te voy a echar de menos, pequeñaja -susurró a mi oído sin soltarme.

-Y yo a ti, y más teniendo que soportar al bicho -hice un gesto disimulado para señalar a Dionne.

-Oh, nosotros llevábamos aguantándola durante cinco días y juro que a su lado comer barro con los pies mucho más agradable.

-Gracias por los ánimos, Jay -respondí sarcástica y me separé de él. Solo me quedaba una persona por despedirme...

Me acerqué a el con la intención de darle aunque fuese un corto abrazo, pero cuando vio que me aproximaba rápidamente se giró hacia Max.

-¿Nos vamos ya? -le preguntó al rapado. "Eso es, tú evítame. Veo que has sido rápido olvidando que hasta hace nada era tu hermanita y ahora pasas de mí como de la mierda. muy bien, Sykes" me lamenté para mis adentros. Sí que hablaba en sentido literal cuando me decía que no quería

-Sí, ya nos vamos -rodó los ojos para luego suspirar-. Nos vemos dentro de una semana, chicas, no os deprimáis sin nosotros.

-Ufff, sí... -fingimos una ironía cuando en realidad, era cierto. Nos íbamos a aburrir mucho sin ellos.

Y ya está, se habían ido. Ahora estábamos las cinco en casa... Y una acoplada.

-¿Cuál es mi cuarto? -preguntó simulando cara de niña buena.

Cómo no, me tocó a mí la sucia tarea de acompañarla hasta él. Fue muy difícil reprimir una carcajada ante la cara expectante de Dionne.

-¡¿Esta caja de zapatos es mi habitación?! -se exaltó- ¡Aquí no caben ni mi maquillaje! ¡¿Me tratáis como a una vulgar invitada?!

-En realidad, es lo que eres -susurré y me escuchó. No pude más y estallé de la risa. Las chicas, que espiaban desde las escaleras, fueron delatadas por sus carcajadas.

-¡Esto ya es un cachondeo! -estalló de la rabia- ¡Yo ahí no duermo!

-Vale, siempre está la opción de que te compremos una caseta de perros... -me encogí de hombros.

-¡Se acabó! ¡Nadie humilla a Dionne Bomfrield de esta manera!

-Dicen que siempre hay una primera vez para todo -ahora las chicas pataleaban el suelo de la risa con lágrimas en los ojos.

-¡Aaaaaargh! ¡Paletas de pueblo! -se desesperó la morena y se encerró en su habitación.

-"Nadie humilla a Dionne Bomfrield" -Carolina imitó su voz, exagerando su tono agudo.

-"¡¿Esta caja de zapatos es mi habitación?" -le siguió Saray, clavando a la perfección su pijería.

-¡Teníamos que haberlo grabado! ¡La gente pagaría por ver esto! -dije sin dejar de reír.

-Yo lo he hecho -sacó Noemi su teléfono móvil- En cuanto desembarquen en Irlanda le llegará a Tom el video.

-Nathan se enfadará -bajé la cabeza. En todo este tiempo no le había tenido en cuenta mientras vacilaba a a Dionne.

-Tía, ¡qué más da, joder! ¿A ti qué te importa si se enfada o no?

-Tienes razón... -sonreí-"Dionne, la pija del exorcista" sólo en cines -y de nuevo la risa se adueñó de la escena.

***

-Tías, nos estamos meando de la risa -dijo Max por videoconferencia entre carcajadas.

-____, en serio, tú vales para actriz -se escuchó a Tom de fondo.

No resistí más la tentación y se lo pregunté.

-¿Y Nathan se ha enfado por el video?

-____, que eso no imp...

-Bueno -saltó Jay, interrumpiendo a Lucía-, él dice estarlo pero bien que se ha descoronado con el vídeo.

En cierto modo me sentía algo más tranquila pero bueno, si él decía que estaba enfadado...

-Eh, ¿dónde anda Seev? -preguntó Saray, seguramente al no verlo en pantalla.

-Bueno, Siva está pasando por un mal momento y...

De repente el de rizos de calló, al igual que el resto, al verlo salir de la puerta de lo que parecía ser un baño. A pesar de estar a varios metros de distancia ni hacia falta tener muy buen ojo para notarle los ojos hinchados de llorar. Caminaba cabizbajo y suspirando pesadamente. Rápidamente los cinco chicos se acercaron a preguntarle que qué tal se encontraba, pero este no respondía. Se limitó a sentarse al borde de la cama, apoyar sus codos sobre sus rodillas y agachar la cabeza.

-¿Qué creéis que le ha pasado? -susurró Noemí con preocupación.

-No lo sé, pero sea lo que sea parece grave -fruncí el ceño.

-Chicas, lo siento pero hoy Siva no va a querer hablar. Esperemos que esté mejor mañana y se anime -fue Tom el que trajo las malas noticias.

-Pero, ¿por qué? ¿Qué le ha pasado? -preguntó Carol.

-Nareesha le ha dejado hace un par de minutos después de llevar juntos más de siete años.

Las cinco nos miramos con tristeza. Debo reconocer que hacían muy buena pareja y eran muy monos. Sentía mucha lástima porque lo hubiesen dejado.

-Diles de nuestra parte que lo sentimos mucho y que se anime -sonrió Lucía con ternura.

Se lo diré, pero ahora el pequeño Seev necesita descansar y asimilarlo. Aquí nos vamos a cenar ya.

-¿A las siete y media de la tarde? Desde luego vuestro estómago es un pozo sin fondo... -negué divertida.

-Pues sí y a mucho orgullo -sonrió Max-. Mucha paciencia con el paras... -cortó la frase porque apareció un cabreado Nathan-...quiero decir, que lo paséis muy bien con Dionne -fingió una sonrisa y miró al de ojos verdes con cara de "¿Contento?" -hasta mañana, chicas.

Cuando los chicos dijeron eso de "cenar" automáticamente se nos abrió el apetito a todas y como no, Dionne también se le antojó comida al vernos ir a la cocina.

La morena no dejaba de observarnos con cara de asco.

-¿Qué clase de guarras comen las alitas de pollo con las manos? -hizo una mueca.

-Hombre, podrías definir eso de guarra... -la morena no me entendía- Porque hay esa clase de personas normales que hacen cosas decentes, o como nos llamas tú "guarras" y luego están esas que viven en cuadras y roncan como cerdos. Tú te acercas mucho al segundo grupo -asentí sonriendo mientras me miraba como una asesina. La mesa estallo a carcajadas.

-De verdad, que bastas sois -rodó los ojos y siguió intentando cortar el pollo con el cuchillo, pero se le resbalaba del plato todo el rato. Terminó en el suelo y se levantó a cogerlo.

-Cuidado, chicas, Dionne es una guarra. Acaba de coger del suelo una alita de pollo sin usar pinzas, guantes y mascarilla por si te saltan los microbios de la alfombra -el comentario de Carolina hizo que casi me atragantase con mi propia saliva.

-Me voy a la cama, se me ha pasado el hambre con vuestro humor para crías -se levantó de la silla.

-Vale, pero luego no le andes diciendo a Nathan que no te damos de comer, eh. No vaya a ser que nos califique de maltratadoras -le grité cuando ya se había encerrado en su habitación. Hasta sus maldiciones se escuchaban desde el comedor.

-Es el primer día y ya estoy deseando que se vaya -se quejó Saray.

-Yo ya ni quería que viniese desde el principio -susurré lo suficientemente bajo para que no me escúchase.

Estos días se iban a pasar muy pero que muy largos...

We're drunk on love (Nathan Sykes y tú) TERMINADAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz