Capitulo 11:

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MARATÓN 8/8

Pasé por el comedor y vi a Rubius y Mangel, me miraron sin saber que decir. Pobres, han vivido un trágico “espectáculo”. Me senté en la mesa, esperando la cena. A continuación noté que mis padres entraron y también se sentaron, seguidamente, los invitados también lo hicieron. No levantaba la vista de mi plato. Macarrones con salsa barbacoa, mis favoritos, pero no tenía hambre, aún así, hice un esfuerzo. Noté que todas las miradas se posaban en mí, pero no ignoré. Toda la comida sin decir nada.

-          Y bien, ¿de qué trabajáis? -  rompió el silencio mi madre.

-          Estamos en BGames. – Rubén sonrió.

-          ¿Oh’ guhtaría ih’r a mové el ehqueleto? – preguntó Mangel.

Todos me miraron a mí.

-          Me da igual. – dije seca. Que borde era. Quería pegarme un bofetón de lo idiota que soy. Mi madre me fulminó con la mirada.

-          Perdón por nuestra hija, no se encuentra muy bien. – mi padre los miró. – Pero iremos.

-          Mmmm pueh muyayita vigila – Rubius y su acento cubano. Fruncí el ceño sin entender. – las muyayas lindas se las llevan a la cama.

Me sonrojé. Rubius me llamó “linda”. Vale que mi estado de ánimo estuviera por los suelos, pero pude sonreír, provocando que él también lo hiciera.

-          Gracias – le susurré.

Y lo pensé. Mi primera noche de fiesta la pasaría con mis padres. Así que si me liaba con alguien, ellos lo verían. Vale que no tenían derecho de decirme nada, pero me hacía vergüenza.

No sé cómo ni cuándo, pero ya estábamos en la discoteca. Mis padres estaban en el centro de la pista, bailando. Suerte que no hacían el ridículo, ya que había otros adultos con ellos. Con adultos me refiero a 40 años para arriba. Rubius y Mangel los había perdido de vista. ¿Y yo? Yo, como siempre, estaba sola, en la barra, tomando una copa de vodka con limón.

-          Una señorita sola, ¿qué te pasa? – levanté la mirada y miré al barman. - ¿Viniste sola?

-          Nop, sonará raro, pero con mis padres. – él intentó aguantarse la risa, pero no pudo.

-          Lo siento. – se disculpó. - ¿Por qué no vas a bailar?

-          Porque no sé… - suspiré. – Si te digo la verdad, esta es mi primera noche de fiesta. – bajé la mirada avergonzada.

-          Aw, no pasa nada. Siempre hay una primera vez, ¿no? – me sonrió. Me fijé bien en él, iba con traje, pelo castaño y ojos claros, por la luz del local no supe distinguir el color. – Venga, te pongo otra copa. Invita la casa y, para que no te sientas sola, me quedaré contigo. – le sonreí.

Gracias a algunas copas, pude animarme a hablar. Le conté sobre mis gustos y porque me mudé a Madrid.

-          Todo lo hice para no sufrir. – le dije tomando el último trago.

-          ¿Para no sufrir? – apoyó su cabeza en sus manos.

-          Yepp, en la escuela sufrí bullying. – me miró con preocupación. – no te preocupes, ya estoy mejor. – mentí.

-          Me alegro, ___. Lo siento mucho, pero mi turno terminó y tengo que irme.

Lo miré triste.

-          Toma, aquí mi número, espero que me llames. – me guiñó el ojo y se giró para después volverme a ver- y recuerda que no sólo eres una cara bonita.

-          Gracias, Matías. – le di un beso en la mejilla y se largó.

Seguí tomando mi copa. El alcohol me había subido, pero no estaba borracha, pues aún era consciente de todo. Mis padres no, estaban más pedo que nunca. Miré mi reloj de pulsera. Las 2:00 de la mañana. Me dirigí hacia ellos y los cogí por el brazo a los dos para llevarlos a un rincón donde no hubiese gente y la música no era tan fuerte.

-          Nos vamos. – hablé antes de que dijeran algo. – Y no rechistéis, estáis muy borrachos y mañana trabajáis.

No se opusieron y buscamos a Rubius, pero encontramos a Mangel liándose con una chica altísima (más que él) rubia de bote y cuerpo de Barbie. Decidí interrumpirles, no quería esperar más para llegar a casa, así que toqué el brazo de Mangel. Ni se inmutó y lo aparté de la chica.

-          ¡MANGEL! – grité.

-          ¿¡Qué quiereh’, coño?!

-          Nos vamos.

-          Aquí decido yo si noh’ vamoh’ o no. – y tenía razón, vinimos en su coche. Se notaba que el alcohol le había subido mucho.

-          … ¿Y Rubius?

-          ¿Rubén? – asentí. – Ehtá ahí, mírale – me lo señaló.

Así que me dirigí a él. Al contrario de Mangel, no estaba tan piripi. Al ver que me acercaba a él, sonrió como un tonto. También él vino hacia mí y no sé cómo, me tomó por la cintura, chocando nuestras frentes. Él se estaba acercando a gran velocidad a mi boca cuando…

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Pues aquí termina la maratón! Lo he hecho porque este finde no puedo subir :( y lo sé, soy mala, pero os dejo con la intriga jdsakldjla 

¿Qué pensais de la nove?

¿Los sueños se cumplen? (ElRubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora