Capitulo 9:

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MARATÓN 6/?

Me quedé sin habla, con la boca abierta. Mi ídolo estaba allí, sonriéndome.

-          Ah-ah – tartamudeé- Eres Rubius.

Su sonrisa aumentó de tamaño. Esa sonrisa por la cual se convirtió en un amor platónico.

-          Tienes razón, muyaya – dijo con su acento cubano. – Soy Rubius.

Me sonrojé y le cogí el juego de las manos, dejándole sorprendido pero luego rió.

-          ¿Te pongo nerviosa? – lo miré con los ojos como platos y negué con la cabeza con nerviosismo, pero sin decir ni mu.

Me centré en despacharlo. Era sólo un cliente. Un cliente, ___. Suspiré y lo volví a mirar.

-          ¿Algo más, señor? – dije con seriedad.

-          Uiiiiii, rojiza, como la has liao’ ahora.

WTF?! ¿¡Rojiza?!

-          ¿Qué? – pregunté.

-          Nunca me llames señor, nunca. – me amenazó con su dedo haciéndome reír. – Ni me trates de usted… - leyó mi nombre en el cartelito. - ___. – me sonrojé cuando lo pronunció. – Pero me gusta más rojiza, así que te llamaré así. – y sonrió, cosa que yo también lo hice.

-          Aquí tienes. – le entregué la bolsa y me pagó lo debido.

Y con eso se fue. Sonreí por mis adentros. Hablé con mi ídolo youtuber. Grité de emoción en mi mente.

Mi turno al fin terminó. Mucha gente había hoy, demasiada para mi gusto, había sido estresante. Llegué a casa, que estaba vacía, y me tumbé en la cama agotada. Me quedé dormida sólo 20 minutos, pues el reloj marcaba las 19:20. La causa de que me despertara fue el timbre, alguien llamaba. Y no se callaba, llamaron más de 5 veces hasta que no grité.

-          ¡QUE YA VOY!

Me revisé al espejo, una costumbre que tenía, y bostecé. Abría la puerta lentamente fijándome en los pies del visitante, después mi mirada recorrió todo su cuerpo hasta llegar a su cara.

-          ¡RUBIUS/ROJIZA! – gritamos a la vez.

Reímos tras nuestra reacción.

-          ¿Me estás siguiendo? – cambié la cara de repente, en serio, creía que me iba a violar o algo.

-          ¿Pero qué dices? – dijo con el ceño fruncido. – Venía a buscar a Joan y a su esposa Clara, para ver si se nos unían a nuestra fiesta. – sonrió. – Pero te encuentro a ti. ¿¡Los has matados?! – se llevo las manos a la cara imitando el famoso cuadro de “El Grito”. Reí - ¡LO SABÍAAAAAAAAAA! Eres mala, muyayita, muh’ mala. – volvió a acusarme con el dedo y se lo cogí.

-          Joan y Clara son mis padres. – su expresión era de… ¿emoción? – Y no.

Me miró confuso.

-          ¿No qué?

-          Que no los he matado. – dije. Minuto de silencio. – Bueno, pues como ves… no están así que… - empecé a cerrar la puerta, pero su pie la bloqueó.

-          ¡Hey! ¿Qué coño haces? – preguntó. Parecía enfadado.

Soy idiota, definitivamente. Olé yo. Tenía allí, delante de mí, al chico que llevo idolatrando desde hace más de un año y le cierro la puerta. ¿En serio, ___? Era un sueño, y bueno, lo estaba arruinando. Y seguía llamándome de todo en mi mente.

-          ¿___? – me nombró mi padre subiendo por las escaleras. – Ah, hola Rubén, veo que ya conoces a ___. – Hablaban mientras yo seguía en la misma posición, con la puerta a medio cerrar y con su pie impidiéndolo.

-          Sí, Joan. De hecho me la encontré en GAME. Y me extrañó, nunca vi una chica en caja. – me sonrió y escondí la cara detrás de la puerta para que no viera mi rubor.

Finalmente, decidí abrir la puerta totalmente, dejando que mis padres pasaran. Iban con bolsas de la compra.

-          ¿Les ayudo? – preguntó Rubius.

-          No, tranquilo. – mi madre le contestó. – Pasa, queremos invitarte a ti y a tu compañero a cenar, ¿qué decís?

-          Que… ¡sí! – y se fue corriendo. Supongo que ha llamar a Mangel.

Espera… ¡A Mangel! Oh dios, ¿los sueños existen de verdad? Pues al parecer, sí. Dos de mis ídolos cenarían a mi casa, MI casa. En menos de 1 minuto, Mangel y Rubius estaban en mi casa. Ayudaron a mis padres a preparar la mesa. ¿Y yo? Escondida a mi habitación, roja como el tomate y con los nervios de siempre. Mi timidez, a la creía que había vencido un poco, volvió. Y el pánico también. Todas esas cosas que mis ex compañeros decían, volvían a mi cabeza. Intenté no llorar y así lo hizo. Suspiré fuerte y llamaron a mi cuarto. Yo estaba de espaldas a la puerta, así que no vi quién era.

-          Rojiza – y otra vez, corazón a mil – Tu madre te llama.

Sin decir nada, salí de la habitación, dejando a Rubius allí, quieto. Y volví a insultarme mentalmente, seguramente se molestó. Más que una chica tímida, era una malcriada. Entré a la cocina, que sólo estaba mi madre. 

¿Los sueños se cumplen? (ElRubius y tu)Where stories live. Discover now