Capitulo 8:

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MARATÓN 5/?

Mi madre apartó las cortinas como cada mañana. Los rayos madrileños iluminaron mi cara  y abrí los ojos molesta. Bostecé y me froté los ojos.

-          Buenos días, ¿papá está levantado?

Ella asintió y se fue. Me duché rápidamente y me puse un vestido que me llegaba un poco más arriba de las rodillas. Era color azul, realzaba mi pelo rojo. Me maquillé ligeramente, sólo ralla de los ojos y un poco de rímel. Salí del cuarto con una sonrisa. Hoy me veía muy bien y estaba contenta, además quería escuchar la historia de mi padre.

-          Helloooo – saludé en inglés. Mi padre estaba sentado en la mesa leyendo el diario y le besé la mejilla. Después me senté en frente suyo. – Menuda marcha ayer, ¿eh?

Rió y dejó el periódico. Mi madre, interesada en la conversación, se acercó a nosotros.

-          Fue espectacular, hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan joven. – sonrió. – Nos fuimos a una discoteca llamada Goldens o algo así. Me divertí mucho bailando. Me convertí en todo un veinteañero. – reímos.

Mis padres tenían 40 años sólo, me tuvieron con 22 años los dos y bueno, eran jóvenes que disfrutaban de la marcha hasta que llegué yo. Cosa que yo, era todo lo contrario. Al no tener suficientes amigos, a mis 18 años, nunca he salido de fiesta.

-          ¿Te fuiste con el vecino sin conocerlo? – pregunté curiosa.

-          Ajá – asintió y dio un sorbo de café. – Es muy majo, de veras, además conocí a su compañero de piso. Son muy graciosos. Tienen 23 y 22 años – me guiñó el ojo y volví a sonrojarme. ¡IGUAL QUE MAMÁ! Se notan que están hechos el uno para el otro. - Y son muy guapos.

-          Ya, vale. Eres igual que mamá – reímos. - ¿y cómo se llaman?

-          ¡SABÍA QUE ESTARÍAS INTERESADA! – gritó mi madre entre risas.

-          ¡No! ¿Qué hay de malo en saber los nombres de tus vecinos? – crucé los brazos fingiendo estar enfadada.

-          De uno no me acuerdo, pero el otro se llamaba Rubén.

Ruben, como el Rubius, pensé.

-          Está bien, debo ir a trabajar. – me levanté.

-          ¿Tan pronto? – dijeron al unísono.

-          Sí, tengo que hacer inventario. Y no es tan pronto, son ya las 14:00. Gracias mamá por levantarme tan tarde. – a fulminé con la mirada. A mí me gustaba madrugar y me despierta a las 12:00.

-          Te iba a despertar antes, pero tu padre estaba durmiendo y quería que en sólo levantarte habláramos de su fiesta. – sonrió.

-          Ya, ya, escusas. – cogí mi bolso- Bueno, adiós.

Marché en rumbo el trabajo. Esta animada, mi segundo día de trabajo y todo era como una nueva vida, sin bullying. Sonreí para mis adentros cuando entré. Todos las miradas fueron puestas a mí, tanto clientes, como empleados. Mi sonrojo fue visible, a lo cual, algunos sonrieron. Me acerqué hacia  Aitor y un chico que no conocía.

-          Buenas tardes, ___. Te presento a Roger, también es catalán como tú.

-          Encantado, ___ - se arrodillo y besó mi mano.

Ese chico moreno con ojos azules y guapísimo, por cierto, me besó la mano. Un caballero. Los nervios invadieron mi cuerpo y mi rubor estaba en las mejillas.

-          I-Igualmente, Roger. – le sonreí. – Bien, voy a preparar.

Salí de allí y busqué mi tarjeta. Esas tarjetas que se ponen todos los empleados con el logo de GAME y su nombre. Cogí unos cuantos juegos de Xbox 360 que estaban en el inventario. Debía ponerlos en las estanterías, así que salí de la sala. Aw, había entrado mucha gente, pero los ignoré y me puse a ordenar.

-          ¿Quiere que la ayude? – una voz hizo que parara de colocar los videojuegos.

-          No hace falta, Roger. – volví a mi trabajo pero me volteé. Él estaba mirándome con esos ojos azules que matan a cualquiera. – No me trates de usted, por favor.

-          Está bien. – sonrió. Oh dios, su sonrisa era perfecta.

Ahora ya continué. Una hora después terminé. Aitor me pidió que despachara porqué había muchísima gente. No era muy rápida pero Aitor me dijo que no pasaba nada, que con la práctica iría más rápida. Muchos clientes me piropeaban o no despegaban la mirada de mí. Eso me hacía ponerme nerviosa y mi timidez volvía a mí.

Mientras despachaba, me fijaba que muchos reservaban el Call Of Duty Ghosts.

-          ¿¡Es qué aquí no hay más gente?! – se quejó un cliente que esperaba en la cola.

-          ¡Cállese! – gritaba otro.

Algunos se unieron a los gritos, dejando que mi cabeza empezara a tener un leve dolor de cabeza. La cola avanzaba y me di cuenta que el siguiente cliente era el que se quejó. Temí que no fuera el típico viejo con prisas y empezara a insultar a todo el mundo. Pues allí estaba, cabizbaja esperando a que el problemático cliente pasara y me diera el juego. No lo miraba, sólo las manos y llevaba un juego, concretamente, Fast & Furious. Intenté cogerle el juego pero me interrumpió.

-          ¡Por fin! – gritó y noté que puso la mirada en mí. – Oh, tenemos una nueva dependienta.

Alcé la mirada. Rubius. 

¿Los sueños se cumplen? (ElRubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora