Capítulo 16: El día más largo de mi vida.

5K 312 30
                                    

Orlando está de espaldas a mí. Puedo verlo sentado a la orilla de la cama con el torso desnudo. Está sollozando, como un niño pequeño.

—¿Amor… qué pasa? —poso mi mano sobre su hombro derecho, pero no hace movimiento alguno, ni siquiera responde, es como si no me escuchara.

Me muevo entre las sábanas de la cama e intento acercarme a él, pero la enorme cama en la que estamos comienza a hacerse más larga, tanto como un campo de fútbol.

¿Qué está pasando aquí?
Me pregunto para mis adentros.
Me pongo de pie y las lisas y tersas sábanas se convierten en hierba, dura y seca, que de inmediato lastima a mis pies.

—¡¡Orlando!! —grito con todas mis fuerzas, mientras comienzo a correr hacia él.

Comienza a hacer frío y puedo ver como mi ropa empieza a caerse a pedazos mientras me acerco a mi marido. Mi boca comienza a sercarse y Orlando sigue sin responder a mis gritos.
Mientras me acerco la figura de Orlando sentado comienza a perder color, se está tornando en un azul grisáceo.

Cuando por fin llego hasta donde está, me pongo frente a él y tomo su hermoso rostro entre mis manos.

—Cariño, ¿Qué está pasando?

No responde. Su rostro esta frío y duro como una roca. Tiene la mirada perdida hacia el horizonte, no se me ocurre qué hacer con él. Cuando intento abrazarlo para transmitirle algo de calor, una serpiente de cascabel aparece, obligándome a apartarme de él.

La serpiente envuelve el cuerpo de Orlando y sus azulados ojos me miran. Cada vez que mueve su cascabel al final de ella, la figura de Orlando comienza a desboronarse frente a mí.

—¡No cariño! ¡no! —comienzo a gritarle, impotente, mientras las lagrimas comienzan a desprenderse de mis ojos.

Me dejo caer al suelo rendido y la serpiente aprovecha eso para lanzarse encima de mí, aplastándome, estrujándome el pecho. Intento quitármela, pero es muy pesada.

—¡No, déjame!, ¿por qué le hiciste eso?

—Cariño, cariño, despierta. Es solo una pesadilla.

Escucho la voz de Orlando hablándome y abro los ojos, sólo para encontrarme con otros del color del claro cielo. Estoy sudando y con el rostro empapado, realmente estuve llorando.
Orlando está sobre mí, aplastándome sobre el colchón.

—Ya, ya. Todo está bien, pequeño. Estoy aquí, tranquilo —susurra con la voz más tierna y dulce que jamás le he escuchado pronunciar.

Mi respiración comienza a tranquilizarse. Parpadeo tratando de estabilizarme, malditos sueños. Realmente me han alterado.
Lo envuelvo en mis brazos, para saber que este momento es real. Me mira y planta un beso en mis labios, cierro mis ojos y me dejo llevar. Sus labios succionan los míos tan tiernamente, y yo hago lo mismo. Sus manos suben y bajan, acariciando mis costillas.

Además de que Orlando está sobre mi pecho, presionándolo, siento una angustia atormentando a mi corazón. Presiento como si algo malo fuese a suceder.
Orlando rompe el beso y se separa de mí. Sus ojos miran a los míos, examinándome.

Mi verdadero cieloKde žijí příběhy. Začni objevovat