¿Suplicar por sexo...? ¡Eso, jamás!

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Camino hasta la cafetería y allí está Jade, ansiosa me sonríe y agita la mano para encontrarla más rápido.

Le sonrío y camino hasta su mesa. Llego y me siento, tiene un par de capuccinos.

Oh no, eso significa que la charla tardará tiempo. Tomo el vaso de la mesa y le doy un sorbo a mi café.
Miro a nuestro alrededor, buscando alguna persona que pudiese oírnos.

—Está bien, Jade, te contaré todo pero tienes que mantenerlo en secreto ¿de acuerdo? —le doy mi mirada más seria y ella asiente rápidamente.

—Claro que sí, ¿ya no confías en mí?

Niego con la cabeza y prosigo a contarle toda la historia, de vez en cuando dándole unos tragos al café y omitiendo cualquier seña que le diera a entender que ya había tenido sexo con Orlando.

—¿Te llevó un oso y unas flores? Pero eso es demasiado romántico. Tal vez el chico quiere que te acuestes con él —murmura y suelta una leve carcajada.

Sonrío apenado, ¿qué le pasa a mi hermana?

—¡Jade...! ¿pero qué pasa contigo? Obvio que no, apenas y lo conozco —trato de sonar lo más ofendido posible.

Tomo el resto del capuccino, luego miro hacia afuera, buscando esconder la mentira.

—Espera un momento... —entrecierra los ojos en mi dirección.

—¿Qué?

Oh no, está sospechando.

—¡¿Te acostaste con él?! —dice, casi gritándome.

Le tapo a boca inmediatamente y miro a nuestro alrededor, afortunadamente nadie nos ha escuchado.

Le hago un gesto con la boca pidiéndole que bajara la voz. Levanta las cejas y sus ojos se abren aún más, mientras se lleva las manos a la boca.

—¡¿Qué...?! No lo puedo creer, o sea, tú ¿Ricardo Ortíz?, ¿él que siempre me ha dicho que llegue virgen al matrimonio?, ¿perdiendo la virginidad, con un tipo que sólo llevan un par de días siendo pareja?

Pongo los ojos en blanco. Oh no, aquí vamos de nuevo.

—Tienes que mantenerlo oculto de mamá, ella, por ningún motivo debe saberlo ¿está bien? —me sonríe y luego asiente.

—Está bien, de mí no lo sabrá, pero en serio... ¿qué tal estuvo?

No puedo decirle nada, de hecho quiero evadir el tema, haciéndome el que no escuché su pregunta, pero me toca el hombro.

—¡Hey!, te estoy hablando —la miro y le pongo mala cara.

—Pues no tengo con quien compararlo, pero para mí estuvo bien. Jade..., me siento un poco incómodo hablando contigo de esto.

No puedo decirle que estuvo fantástico, que me había vuelto loco tres veces esa misma noche. Es mi hermana y tengo que guardarme algunas cosillas. Pero creo que mi sonrisa me delata más de lo que creía estar ocultando.

—¡Está bien!, ¡está bien...! Ya no hablemos más del tema y ¿cuándo lo verás? —le da el último sorbo a su café y yo al mío.

Mi verdadero cieloWhere stories live. Discover now