Capítulo 6: ˝Soy bisexual˝

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No te vayas por favor.

Orlando está tirado en el suelo, repitiéndome una y otra vez lo mismo. Su mano estirada hacia mí.

Está sucio, lleno de fango. Tiene el torso desnudo, trae unos jeans y está descalzo.

Parece que no ha comido en días, se le notan las costillas y los huesos del rostro. Está despeinado y con los ojos rojos.

Me siento culpable.
Estiro mi mano hacia él, tratando de ayudarlo, pero no lo alcanzo.

Lagrimas corren por mi rostro.
De pronto se empieza a hundir en el lodo.

No para de gritarme que en verdad me me ama, que lo perdone.

¡¡Orlando!! ¡¡ORLANDO!!

Empiezo a gritarle, cuando veo su cara undirse en el lodo.
Sus ojos azules me miran con tristeza.

Me despierto y la luz me cala en los ojos, estoy lleno de sudor y con los ojos humedecidos.
En verdad estaba llorando.

Es de día ya.
Vaya, que sueño tan feo.
No sé si lo de anoche fue real o sólo una horrible pesadilla.
Me duele la cabeza y los ojos, al parecer todo fue cierto.

Me siento en el sofá y veo el oso que me regaló Orlando, tirado en el suelo; miro el reloj colgado en la pared, 7:09 a.m.
Tengo que ir a la escuela.

Me levanto y me doy una ducha rápida, me pongo unos jeans rasgados, una playera de tirantes negra y encima un chaleco de mezclilla y mis botas cafés.
Tomo mi mochila y voy en busca de mi vieja confiable.

Cuando me monto en ella, noto que aún me duele el trasero. Vaya que ayer me fué como en feria.
Un toque de coraje se siembra en mi pecho, espero no encontrármelo en la entrada de la escuela.

La enciendo y conduzco directo al instituto. Cuando llego allí no veo el auto de Orlando por ningún lado, siento un poco de alivio, pero al mismo tiempo de decepción.
Si en verdad le importara, él estaría aquí.
La llevo al estacionamiento y entro a clases.
Cuando entro, Renata y Consuelo están esperándome con una enorme sonrisa, pero a Consuelo inmediatamente se le desvanece al ver mi rostro caído.

Me siento y boto la mochila al piso.

—¡¿Qué diablos te pasa?!... ¡Qué te den, marica! —me reprende Renata.

La miro fulminante, no quiero desquitarme con ella, o gritarle algo que no deseo.

—¿Qué tienes? —me pregunta Consuelo.

Pone una mano sobre las mías en el pupitre, la miro y me da una sonrisa tímida.

—Terminé con Orlando —resumo todo mi coraje y tristeza con esas simples tres palabras.

Consuelo se lleva las manos a la boca y Renata ahoga un grito. Ambas abren los ojos como platos y después se voltean a ver.

—Pero ¿por qué...? ¿quieres hablar de eso? —me pregunta con un tono mas suave.

Niego con la cabeza, sé que si hablo de él, lloraré.
No quiero que todo el salón me vea así.

Mi verdadero cieloWhere stories live. Discover now