"Déjate llevar"

14.5K 868 53
                                    

Caminamos entre la multitud de personas. Jamás había venido a un lugar como este. Me gusta.

—Sí, creo que está perfecto. Sentémonos —respondo.

Me mira y asiente, entonces caminamos fuera de la pista para buscar un lugar. Llegamos a una mesa vacía y en seguida nos aborda un mesero.

—Señor, Orlando. Bienvenido. Dígame, ¿qué puedo hacer por usted? —su tono es muy amable y cortés.

Lo miro con el ceño fruncido. ¿Lo conocen aquí?

—Gracias. Quiero dos cervezas y dos martíni —ordena al mesero, entonces voltea a verme y me sonríe, con su sonrisa colmilluda, calienta bóxers.

Me siento cómodo, hablando de cosas cotidianas, ha estado haciéndome pregunta tras pregunta. Se ve interesado en mí o eso es lo que me hago creer a mí mismo.

«Se supone que tú deberías estar haciendo las preguntas», me reclama mi subconsciente. Pongo los ojos en blanco para él y lo ignoro.

Echo un vistazo a nuestro alrededor. Hay mucha gente, el lugar esta lleno. El mesero llega con nuestra orden y Orlando, muy caballeroso se ofrece a pagar. No me opongo, él fue quién me trajo aquí. Giro la vista hacia la izquierda y mi atención es atraída hacia una mesa en la que dos hombres se besan. Mi cara se llena de asombro, y Orlando lo nota.

—¿Qué pasa? —me pregunta,mientras le da un trago a su martíni.

—No, nada... —decido ignorar lo que he visto y prefiero empezar con las preguntas.

—¿Vienes aquí muy seguido?

Orlando asiente de nuevo, con su sonrisa de dientes perfectos.

Levanto mi cerveza y le doy un trago enorme. Tengo que hacer que se emborrache, tengo que saber su verdadera orientación, qué es lo que en verdad quiere de mí. Tomo de nuevo un trago, el refrescante líquido raspa por toda mi garganta, haciéndome hacer una mueca de dolor. El alcohol me hará sacar el parlanchín que llevo dentro.

—Tranquilo, tomátelo con calma —me dice mientras ríe. Lo miro, y se me ocurre un plan.

—¿Por qué tú no te has acabado tu martíni?

Tomo su copa y la levanto hasta su boca haciendo que lo beba hasta el fondo. Bajo el brazo y hace un gesto de dolor. Creo que me pasé de la raya. Compruebo que no es así cuando me sonríe, de esa manera. Su mirada ha cambiado, no es la misma, tierna y llena de preocupación como la de hace un rato, esta vez es caliente, llena de deseo. Tomo la otra copa y repito lo mismo, tengo que embriagarlo.

—Tranquilo, Ricardo, ¿qué es lo que quieres?, ¿embriagarme? —dice mientras se limpia la boca con la parte trasera de su muñeca. Sólo le sonrío, tímido.

Se mueve de su asiento, acerca la silla hacia mí y se vuelve a sentar. Toma mi tarro de cerveza y la sube hasta mi boca, me hace darle un pequeño trago mientras sus ojos miran a los míos.
Ok. Debo aceptar que me atrae, me gusta, y está claro que él también siente algo por mí. Concentrado, baja su mano y le sonrío. La respiración comienza a fallarme. Toma una servilleta y limpia la comisura de mis labios. Sus ojos me miran con deseo, tan calientes, tan cerca de mí que puedo oírlo jadear. Sus ojos pasan de los míos a mis labios.Siento que quiere besarme, está pidiéndome permiso para besarme, pero aquí no. No quiero dar un espectáculo. Poco a poco se me acerca, no sé si voy a permitir que lo haga.

Mi verdadero cieloWhere stories live. Discover now