Prólogo.-

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Jungkook maldijo en voz baja mientras terminaba de arrastrar su maleta de viaje por las escaleras. No podía dejar de preguntarse qué había pensado su madre al conseguir el apartamento en un edificio sin ascensor y ¡más aún! En un 4to piso. ¿Qué su madre no recordaba que el número 4 estaba maldito y que traía mala suerte vivir en un piso 4 o 14 o 64? La llamó mala coreana en su mente, mientras se detenía justo frente a la puerta que rezaba "401" en una pequeña plaquita dorada sobre el marco.

Desdobló el pequeño papel donde su madre le había apuntado la clave para entrar: "010997", volvió a gruñir por lo bajo por la poca originalidad de su progenitora: ¿su fecha de nacimiento? ¿En serio? Cualquiera podría intentar con esa clave y entrar a robar en su apartamento, no es que tuviese muchas cosas, pero aun así. ¡O peor aún! Entrar, violarlo y luego descuartizarlo y hacerse pasar por él. O venderlo en el mercado de esclavos, algo así. Nunca se sabe con la sociedad tan degenerada, fue lo que resumió mientras insertaba la clave en el teclado. La puerta se abrió con un suave "click".

Definitivamente tenía que decirle al casero que le permitiera cambiar la clave.

La cambiaría por "970901", definitivamente esa era mucho mejor.

Así que tomando el poco oxígeno que quedaba en sus pulmones, corrió la puerta y entró al que sería su nuevo hogar por los próximos cinco años de carrera y quien sabe cuánto más. Se detuvo en el pequeño escalón de la entrada, sin animarse a quitarse los zapatos para recorrer el lugar, sin embargo, podía verlo bien desde donde estaba de pie. Sus ojos recorrieron el lugar casi tres veces: pasando de la confusión a la indignación en cuestión de unos segundos.

No era un pent-house, eso era obvio, pero ciertamente, no era un cuchitril. Había una sala amplia, una cocina dividida, un cuarto de lavado, dos habitaciones y un baño. ¡Y ningún mueble! ¡Su madre la había mentido! ¡Otra vez! Así que Jungkook; de 19 años, estudiante de 1er año de música en la Universidad Nacional de Seúl, joven amado y aclamado de Busan que viajaba por primera vez a la capital, carismático, guapo, humilde, talentoso, amable, de posición ligeramente acomodada y por sobretodo, paciente; golpeó su frente con la pared y gritó de frustración.

El día no podía empeorar más. No había manera. Había perdido el tren desde Busan el día anterior, por lo que había tenido que comprar otro billete de viaje para esa madrugada, tan sólo dos días antes del inicio de clases. Su madre había olvidado una de sus maletas en casa, así que viajo sólo con la mitad de su equipaje. Se perdió porque no tenía bien anotada la dirección y sólo cuando le dijo al taxista "Residencias Bangtan" el hombre pudo llevarlo al complejo de edificios, eso sí, cobrándole casi el doble.

Luego, había tenido que subir cuatro pisos arrastrando una maleta que pesaba casi o más que él. Con los pies embarrados de barro porque no se fijó en el charco de agua sucia en la acera al bajarse del taxi. Y ahora, llegaba a un departamento sin ningún mueble, ni siquiera con una colchoneta para dormir. Definitivamente no había nada – NADA - que pudiera empeorar ese día. O eso fue lo que pensó antes de girarse y encontrarse con un niño de unos cuatro o cinco años que trataba de abrir su maleta.

Gruñó alto mientras se acercaba a la maleta y el niño le miraba sorprendido, retrocediendo unos metros. Efectivamente, Jungkook comprobó que no tenía más de cinco años, tenía el cabello de un negro brillante en un corte de hongo que le daba hasta la punta de las orejas. El niño no dejó de mirarlo mientras ahora se mordía un dedo. Jungkook suspiró y se pasó la mano por el cabello, observando hacia abajo desde la barandilla, no se veía ningún adulto en los pasillos de los pisos inferiores.

Volvió a observar al niño. Vestía una camiseta roja con el dibujo de Power Rangers estampado y unas bermudas hasta la rodilla blancas, iba descalzo. Eso quería decir que no estaba lejos de casa; y que sus padres no tenían buen gusto para vestir bebés. Suspiró mientras trataba de pensar en qué hacer con el niño, ¿cómo podía cuidar él de otro niño mientras su padres aparecían o algo así?

¡Él mismo era un bebé!

Entonces la puerta del apartamento "402" se abrió.

Un joven un poco mayor a él asomó su cabeza. Su cabello era castaño con unos reflejos verdes en la parte delantera, vestía una sudadera gris ancha y una camisa negra que le quedaba grande. Él pareció no notar su presencia mientras una sonrisa rectangular ligeramente curveada en la parte superior se formaba en sus labios, mostrando todos sus dientes, al ver al niño.

.- ¡Ahí estabas Aerum! – y sin dejar de sonreír, tomó al niño en brazos y lo entró al apartamento.

Jungkook no se movió de su lugar un buen rato. Con la sonrisa un tanto inusual de su nuevo vecino aún en su retina.

Tal vez no había sido realmente un mal día.

Tal vez no había sido realmente un mal día

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¡Hola!

Tal vez me conozcan por mis otras dos historias, quiero decirles que está historia ya está escrita hace un tiempo y actualizaré poco a poco. 

Por favor, denle mucho amor, MUCHO. 

No olviden votar y contarme qué les parece, sí han entendido o qué creen que pase.

Gracias!

Edit: 18/02/19

Apartamento 402Donde viven las historias. Descúbrelo ahora