— Que sí, ven.— le hice un hueco y se sentó.— ¿No te acuestas?

— No, no. Así estoy bien.— dijo más rígida que el palo de una escoba.

— Pero si tienes más culo fuera que dentro del sofá.— le dije riendo. La cogí por la cintura y sentí que se estremeció—. Acomódate, no te preocupes que no voy a violarte.

—Ja, ja—dijo y tras volver a insistir, me hizo caso.

El sofá era muy pequeño y eso hacía que el espacio entre nosotros fuese mínimo. No pude evitar sonreír al verla cómo se colocaba mirando al techo, para no tener que darme la espalda ni estar conmigo cara a cara.

Empecé a reír al notarla tensa y, observar que apenas se podía mover me resultaba más gracioso aún.

— No te rías que haces que me mueva y no tengo ganas de lesionarme el culo de nuevo.— me regañó.

— Te noto muy quieta, ¿te pasa algo?— le dije cuando conseguí parar reír.

— Pasa que si me muevo, acabo en el suelo. Dani, tú de lógica vas cortito.— mientras hablaba movía su pequeña manita, como siempre que se expresaba.

— ¿Sabes una cosa? — dije haciendo caso omiso a lo que me acababa de decir.— Odio que cuando hablo con alguien, ese alguien no me mire a los ojos.

Ella giró la cabeza para mí y nos dimos un cabezazo.

— Ya acabas de ver lo que pasa si te miro, así que cállate que me taladras la cabeza. Pesado.— dijo con una mano en la cabeza.

— ¿Estás bien? — pasé mi mano por encima de la suya—. Déjame ver si te has hecho algo.

— ¿Eres médico ahora?— me dijo pero no le hice caso.

— Vale, todo correcto. — comenté tras ver que no se había hecho nada.

— No, si tranquilo, que yo el ojo me lo noto en mi sitio.— ella tan graciosa como siempre— ¿Tú no ibas a dormir?

— Sí, pero contigo aquí no puedo.— bufé. Y era cierto.

— Pues ahora te jodes porque yo también intento dormir, pero me es imposible contigo aquí.

— Eh, eh, a mi no me eches la bronca.- dije defendiéndome—.Eres tú, que estás como los muertos, mirando para arriba.

— ¿Y qué quieres? ¿Que te mire a ti? — se puso un poco a la defensiva, y eso hizo que se moviese mucho, provocando casi su caída—. Tranquilo, que yo controlo.— me dijo tras quitarme mi mano de su cintura, la cual había evitado su caída.

— Tú con tal de no darme las gracias.— suspiré riéndome otra vez. Joder, todo con ella ahora eran risas. Vaya desperdicio de dos años.

— Claro, gracias por quedarte con mi sofá.— se quejó y se volvió a recostar.

— Ponte mirándome a mí, te prometo que no intentaré nada raro si eso es lo que te preocupa. Mi prototipo de chica es otro.— dije mostrando una seguridad que realmente no tenía, porque ante ella mi vulnerabilidad comenzaba ser perceptible. No obstante, me había prometido que me no haría caso de mis rayadas, y que empezaría de cero con todo.

— Vale, me quedo más tranquila.— se acostó, al fin, mirándome a mí

— Guapa.— solté para reírme un rato de su rubor.

— No empieces.— dijo y cerró los ojos—.A dormir ya.

— Vale.— asentí y a la vez que los cerraba también. Tras contar unos minutos, abrí un ojo y la vi dormir plácidamente. O eso creía.

— Ah, se me había olvidado decirte que no me mires.— dijo aún con los ojos cerrados, y tras decirlo, los abrió.

— ¿Por qué? ¿Te enamoro? — mi yo más pícaro decidió guiñarle un ojo para disfrutar de su nerviosismo, pero me conocía tan bien que sabía cuando las cosas las hacía para joder.

— Tu cara me pide a gritos que la destroce.— me amenazó.

— Y yo me sé de alguien que va a acabar durmiendo no en el suelo, sino en el patio.— le guiñé el ojo de nuevo y me acerqué más a ella, pero no se percató de eso. Bueno, de lo del ojo sí.

— ¿Tienes un tick en el ojo o algo?— jodida Irene. Tenía respuestas para todo.

— Verás las cosquillas que te van a caer.— la amenacé rendido ahora yo.

—No, por favor.—me suplicó ella. Sabía que eso era algo que le molestaba mucho, pero llevé mis manos a su barriga y le empecé a hacer cosquillas por todos lados.

—Para Dani, te lo suplico, para en serio, pues hoy cocinas tú.— me dijo entrecortando la frase debido a su ataque de risa.

Cuando decidí que ya era suficiente, paré, y nos encontramos frente con frente. Ella me miraba aún recuperando el aliento, y yo me dedicaba a quitarle un mechón de pelo que se le había salido de su coleta.

Cuando lo hice, ella ya estaba calmada y me sonrió.

— ¿Y esa sonrisa?— le pregunté acomodándome más para verla mejor.

— ¿Te molesta? Lo digo porque si te molesta, lo seguiré haciendo.— dije sacándome burla.

— Entonces sí, me molesta que sonrías.— le confesé. La verdad era que bastante tiempo había sido el culpable de cada uno de sus rasguños, y quería que lo que luciese a partir de ahora fuera esa sonrisa.

— Así que te molesta que sonría...—repitió, sabiendo que yo no lo decía en serio.

— Bastante—ambos sonreímos porque ambos sabíamos que el verdadero mensaje oculto era un: no dejes de sonreír nunca.


Simplemente gracias❤️

—Simplemente gracias❤️

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Y me terminaste gustando #1حيث تعيش القصص. اكتشف الآن