Quería abrazar mis piernas, hacerme un ovillo y llorar hasta que no quedara ni una sola gota de líquido en mi cuerpo. Quería gritar, golpear o patear algo. En mi corta estadía allí, intenté construir unas paredes a mi alrededor, para evitar que los demás me vean como en realidad era: una persona que necesitaba apoyo, compañía, amistad. Pero esas paredes mentales que había alzado se estaban derrumbando de a poco. Sabía que debía hacer algo para evitarlo, pero simplemente no podía, así que tomé una gran bocanada de aire y traté de aparentar firmeza cuando me levanté y caminé hasta donde mi hermana se encontraba, decidida a ser útil en algo.
—Hey —saludé cuando estuve cerca.
—Hey —respondieron al unísono ella y Chuck.
Sin decir nada, Amelie se aproximó a mí, tomó mi mano y me guió hasta donde las cajas que debían ser transportadas se encontraban. Le sonreí y obtuve el mismo gesto en respuesta. Luego, se alejó de nuevo para continuar su conversación con el niño.
Estaba sorprendida por cuánto mi hermana había madurado en unos días. Al principio, era una asustada e indefensa niña que necesitaba de su hermana mayor. En ese momento, seguía siendo una niña, pero ya no necesitaba estar alrededor mío todo el tiempo. Se había independizado. De hecho, podía asegurar que la que necesitaba de la otra en ese momento era yo. Y allí estaba Amelie, confortándome como una adulta, dándome esperanzas con el simple gesto de sostener mi mano y darme una cálida sonrisa.
Me agaché para recoger una caja llena de todo tipo de cuchillos y alcé una ceja, impresionada por la cantidad de armas que los chicos habían acumulado durante tanto tiempo.
Ensimismada en mis pensamientos y con la mirada clavada en el filo de los cuchillos, no noté que estaba caminando directo hacia alguien. Demasiado tarde como para evitarlo, choqué contra el cuerpo de Alby.
—Lo... lo siento —me disculpé, aunque no haya querido.
Él solo asintió y siguió su camino. Sin miradas de odio, sin palabras, sin gestos. Solo siguió caminando. Me agaché para colocar las armas de nuevo dentro de la caja.
—En realidad no le agradas, ¿verdad? —preguntó mi hermana, sobresaltándome.
—No todos tenemos la suerte de ser adorables niños con los que nadie puede enojarse, Am. —Me incorporé, dejando la caja en el piso, y le obsequié un intento de sonrisa genuina.
Ella solo me observó por unos segundos, y luego inquirió:
—¿Te encuentras bien?
—Sí —mentí.
—No, no es cierto. Estás sonriendo, pero la sonrisa no alcanza tus ojos. No estás bien, lo sé. No importa —aseguró—, no es malo sentirse mal a veces.
Las lágrimas llenaron mis ojos ante las palabras de mi hermana. Cubrí mi cara e hice el mejor esfuerzo para evitar sollozar y así llamar la atención. Nunca me cansaría de decirlo: odiaba llorar.
Sentí los frágiles brazos de Amelie rodearme por los hombros, a pesar de que era más baja que yo. Me incliné y le devolví el abrazo, apoyando mi frente en su hombro y dejando que mis lágrimas mancharan su camiseta. Frotó mi espalda de arriba abajo, y me tranquilizó con el dulce tono de su voz, diciéndome que todo iba a estar bien.
—¿Cuándo creciste tanto, pequeña? —susurré, afligida.
Una suave risa salió de sus labios.
—Juana, creo que tengo al menos doce años, quizá trece; ya no soy una niña —explicó—. Nunca he sido una. Solo que tú no pudiste verlo antes, eso es todo.
—Te quiero tanto, Am —declaré, y en serio lo sentía.
—También yo, Juana. También yo.
—Todo estará bien —aseguré, despegándome de ella y secando las lágrimas de mi rostro—, lo prometo.
Ella solo sonrió, y dijo:
—Lo sé. Después de todo, estás para protegerme, ¿no es así?
Cuando solo quedaban tres cajas, Amelie, Chuck y yo tomamos una cada uno y nos dirigimos hacia la Finca. Allí, la mayoría de los Encargados ya se encontraba con sus grupos correspondientes. Los dos chicos y yo fuimos los últimos en entrar, y Newt cerró la puerta detrás de nosotros.
Justo antes de que ponga el cerrojo, se oyó el aterrador pero tan familiar sonido del gemido de un Penitente, que provino de las profundidades del Laberinto.
La noche había comenzado.
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(N/A): Sé que como escritora de un fic de Newt debería estar shippeando a Newt y Juana (y lo hago, créanme), pero cuando escribo cosas sobre Juana y Thomas me agarra un no sé qué. ES QUE SON TANNNNNNN, no sé, los amo. (Perdón por el momento fangril, sentía que tenía que decirlo en algún momento. Espero que disfruten la historia).
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The maze runner: Una nueva variable
FanfictionLuego de la llegada de Thomas, la monotonía rutinaria del Área se ve sacudida ante la súbita aparición de dos nuevas Novatas: ambas chicas, ambas juntas. Juana, decidida a proteger a su hermana Amelie, se niega a rendirse ante las reglas del lugar...
