Mi corazón se detuvo, y no pude ocultar el asombro y nerviosismo que surgió en mí de repente. Aún no comprendía por qué, pero no me daba buena espina todo ese asunto de la chica. Más aún cuando sabía que podía hablarme mentalmente.
Me giré para ver a Thomas. Aparentaba estar enfrascado en su propio mundo, ignorando lo que pasaba a su alrededor. Parecía concentrado en algo, y de pronto a su cara le faltó el usual color que tenía siempre. Supe de inmediato que ya conocía esa expresión; sucedía cuando Teresa le hablaba.
—¿Thomas? —Me acerqué a él y tomé su brazo, buscando que volviera a prestar atención a la realidad.
Él giró la cabeza en mi dirección y me miró directo a los ojos. Los suyos estaban cargados de un temor lejos de ser leve, y se notaba que estaba aterrado. Era obvio que Teresa le había hablado. Rogué porque no decidiera hablarme también a mí.
—Tengo que hablar contigo —susurró, aunque sabía que todos podían escucharlo—. Ahora.
Observé a los demás, y, sin decir nada, tiré de Thomas y lo conduje hacia el bosque. Allí, ambos caminamos hasta llegar al claro donde se encontraban las Lápidas, el mismo lugar donde nos habíamos encontrado la noche anterior. Thomas, superado por la situación, se cubrió la cara con las manos y se deslizó lentamente por la pared.
—Dios, quiero que esto termine de una maldita vez —murmuró.
Apenada, me arrodillé frente a él y aparté sus manos.
—Thomas, ¿qué fue lo que te dijo?
El chico estaba abatido, su respiración se había vuelto errática y su cuerpo había comenzado a temblar. Posé mis manos en sus rodillas, fijándome si eso ayudaría a calmarlo. No lo hizo.
—Dijo que estaba empezando a olvidarse de todo, excepto de mí —respondió, agitado—. Y que el Laberinto es un código, o algo así. No lo sé, es todo tan... confuso. —Bajó su mirada a sus manos, y volvió a subirla luego de unos minutos—. ¿Acaso no te dijo nada?
Negué con la cabeza. Esa vez había tenido suerte. Sin embargo, sentía pena por el chico frente a mí. Sabía lo horrible que era cuando sucedía eso, y no se lo deseaba a nadie. Él soltó un suspiro y volvió a cubrirse la cara.
—Thomas... —comencé, pero una voz me interrumpió.
—La peor parte fue olvidarme de ti.
De inmediato me paré y me giré en la dirección de la que provenía la voz. Me sorprendí cuando vi a Teresa allí, de pie contra la pared. Estaba vestida con una remera blanca, jeans y zapatos marrones.
Rápidamente, la sorpresa fue reemplazada por ira, y no pude controlar mis acciones cuando me encontré tomando a la chica de la camisa y presionándola con fuerza contra la pared, mi antebrazo apoyado en su pecho para retenerla en el lugar. En su mirada se reflejaba el asombro mezclado con el odio.
Trató de zafarse, pero le resultó difícil, ya que yo era más alta y tenía una mayor complexión que ella. Thomas había quedado a un lado, boquiabierto y sin saber qué hacer.
—¿Quién eres? —le pregunté en voz baja a la chica, mi cara a centímetros de la suya.
No respondió. Mi enojo aumentaba con cada segundo que pasaba.
—¿Quién eres? —repetí, esa vez más alto.
—Juana —dijo Thomas detrás de mí—, no creo que...
—Dime quién eres, o te aseguro que no tendré problema en volver a dejarte inconsciente —amenacé, ignorándolo por completo—. ¿Por qué sabes quién soy? ¿Por qué hablas en mi mente?
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The maze runner: Una nueva variable
FanfictionLuego de la llegada de Thomas, la monotonía rutinaria del Área se ve sacudida ante la súbita aparición de dos nuevas Novatas: ambas chicas, ambas juntas. Juana, decidida a proteger a su hermana Amelie, se niega a rendirse ante las reglas del lugar...
