Todos quedaron estáticos ante la sola mención del terrorífico monstruo. Sin embargo, me pregunté qué tenía de raro de que haya uno muerto. ¿Nunca había pasado? Nunca creí ver a Alby tan asombrado como en ese momento.
—Shuck, no es momento para bromas —dijo.
—Mira —repuso Minho—, yo tampoco lo creería si fuera tú. Pero es cierto, lo vi. Uno bien grande y asqueroso.
Bueno, evidentemente era la primera vez que pasaba. Decidí no intervenir (al igual que siempre) y escuché mientras discutían lo extraño de la situación y cuáles serían las medidas tomadas para resolverla. Al final, acordaron que irían el próximo día al despertar, debido a que el Corredor se encontraba exhausto y hambriento. Se alejó, con la excusa de que buscaría algo de comer de la cocina de Sartén, y con él se llevó las posibles respuestas a todas mis preguntas.
Decidí que ese era mi momento para retirarme. Esperé a que esté a unos cuantos metros de distancia y me encaminé en su misma dirección, siempre procurando estar lo bastante lejos de él.
Pensé en la sorpresa reflejada en la cara de Alby hacía unos momentos: estaba asustado, confundido. Pude notarlo. Pude sentir en ese momento que algo andaba mal. Las cosas estaban cambiando en el Área, era evidente. La llegada de varios Novatos en un periodo de pocos días, la llegada de chicas, la muerte de un Penitente.
Al levantar la vista, noté que Minho ya no estaba en mi campo de visión. Creí que fue lo mejor, ya que no soportaba estar demasiado tiempo cerca de él. Parecía tomarse todo demasiado a la ligera considerando la situación en la que se encontraba. O quizá todos allí eran así, y yo era la que estaba dramatizando. Pero eso no hubiera sido lógico.
Busqué a alguno de mis dos aliados cerca: Amelie o Chuck. Divisé a este último cerca de los Jardines, vagando sin un rumbo específico. Me acerqué a él, y reparé en que estaba distraído con algo entre sus manos.
—¿Qué traes ahí? —pregunté, husmeando por encima de su hombro.
Sobresaltado, hizo un intento de esconder disimuladamente el objeto en su bolsillo. Se giró hacia mí con las manos vacías y una expresión inquieta.
—¿Eh? Nada, nada —contestó, apresurado.
Sonreí e hice como si no hubiera pasado nada. Si no quería contarme una cosa, yo no tenía por qué obligarlo. Me sonrió de vuelta y me invitó a ir a la cocina, pero me negué de inmediato, sabiendo que allí era donde se encontraría Minho. No discutió mi elección y seguimos merodeando por ahí hasta que Thomas se nos acercó más tarde, con aspecto fastidiado.
De pronto, Chuck pareció haberse olvidado de que estaba hablando conmigo, y abordó a Thomas con emoción. La excitación era clara en él.
—¡Thomas! —exclamó el niño, lleno de entusiasmo.
—¿Qué? —gruñó él. Aparentaba estar irritado por la simple presencia del chico. Sin embargo, no podía culparlo. Chuck era bueno, pero podía ser exasperante en ocasiones.
—Ben no está muerto —las palabras brotaron de su boca, y parecieron golpear a Thomas fuertemente.
—¿Qué? —Repitió, atónito a lo que escuchaba.
—No está muerto. Los Embolsadores fueron a buscarlo... la flecha no penetró el cerebro... y los Docs lo cosieron rápidamente.
La selección de palabras que utilizó Chuck llamó mi atención y me aturdió. Flecha. Cerebro. Coser. Todo parecía ser parte de un episodio morboso, y provocó un estremecimiento que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza.
—Tienes que estar bromeando. Yo lo vi...
—Bueno —objetó el niño—, yo también lo vi. Está encerrado en el Cuarto Oscuro con media cabeza vendada.
—¿El Cuarto Oscuro? ¿Qué quieres decir? —preguntó Thomas, cada vez más confundido con la situación, al igual que yo.
—Es una especie de cárcel —contesté antes de pensar en lo que estaba haciendo—. Estuve ahí un día como castigo por salir corriendo.
Chuck asintió, confirmando lo que yo acababa de decir.
—Pero, ¿de qué están hablando? ¿Por qué diablos se supone que ese chico debía estar muerto? —no podía parar la ansiedad que corría por mis venas. Ansiedad de entender algo, por al menos una vez.
—¿Recuerdas cuando te conté que me atacó? —me preguntó Thomas y asentí—. Bueno, cuando Ben saltó sobre mí, Alby llegó y tuvo que, uh, dispararle para que no me lastimara. Creí que la flecha lo había matado, porque entró en su cabeza, pero al parecer no lo hizo.
—Esta mañana hubo una Asamblea de los Encargados, y por lo que escuché, la decisión fue unánime. Después de todo, creo que hubiera sido mejor que la flecha entrara en su cerebro larchoso —comentó el niño.
—¿De qué estás hablando? —preguntamos Thomas y yo al unísono.
—Será desterrado esta noche. Por tratar de matarte.
—¿Desterrado? ¿Y eso qué significa? —cuestionó el chico a mi lado.
Entonces sucedió lo más perturbador que había pasado desde mi llegada al Área. Chuck no contestó, sino que sonrió. A pesar de todo, a pesar de la situación, se rió. Luego salió corriendo, quién sabe si para contarle a los demás las emocionantes noticias.
Más tarde esa noche, cuando el sol comenzó a esconderse tras las paredes, Alby llamó a todos los Habitantes, incluidas mi hermana y yo, y nos reunió en la Puerta del Este, media hora antes de que se cerrara. Los Corredores ya habían vuelto, y se encontraban encerrados en la Sala de Mapas. Fueron apurados por Alby, que reclamaba su presencia en no más de veinte minutos.
Mantuve a Amelie cerca de mí, y alejada de las demás personas. Noté que ya no nos miraban tanto como las primeras veces. Al parecer, estaban acostumbrándose a nuestra nueva presencia. Divisé a Thomas no muy lejos, parecía algo confundido e incluso un poco irritado. Sin embargo, lo comprendía perfectamente, pues yo tampoco estaba al tanto de demasiada información.
Me acerqué, ya que tenía demasiadas preguntas en base a él, y Thomas semejaba ser el único dispuesto a responderlas con sinceridad. Antes de que pudiera decir algo, habló:
—No tengo idea de lo que está pasando, si eso es lo que ibas a preguntar —espetó—. Me dicen tantas cosas como a ti.
Cerré la boca y observé cómo los Corredores salían del edificio, Minho liderando el grupo.
—¡Tráiganlo afuera! —gritó Alby.
Noté a Thomas tensarse a mi lado. Amelie apretó mi mano, y bajé mi vista hacia ella, solo para ver que miraba aterrorizada hacia la parte más alejada de la Finca. Desde allí, caminaban en nuestra dirección tres chicos robustos, arrastrando a uno más delgado por el piso. Su ropa estaba hechas trizas, tenía los ojos abiertos, inundados de terror. Era un chico joven, no podría haber tenido muchos más años que los que yo tenía.
Al llegar a la multitud, lo pusieron frente a Alby. Su cabeza colgaba, y se negaba a hacer contacto visual con alguien.
—Tú te la buscaste, Ben —le dijo Alby, y se volvió a mirar hacia una cabaña que se encontraba algo alejada.
Solo entonces reparé en que Newt no había estado cerca, ya que atravesaba la puerta inclinada de la cabaña. Sostenía varias barras de aluminio, que al unirlas formaban un largo poste. En el extremo, sujetó un objeto extraño, que solo pude ver cuando lo tuve a unos metros delante de mí.
Era un lazo de cuero duro, con un gran broche que mostraba que podía abrirse y cerrarse, sujeto al extremo del poste con un enorme gancho.
Era un collar.
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The maze runner: Una nueva variable
FanfictionLuego de la llegada de Thomas, la monotonía rutinaria del Área se ve sacudida ante la súbita aparición de dos nuevas Novatas: ambas chicas, ambas juntas. Juana, decidida a proteger a su hermana Amelie, se niega a rendirse ante las reglas del lugar...
