Capítulo 27: La segunda mujer

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Estaba comenzando la tarde cuando Cristian y Matilde llegaron a una zona al sur habitado de la ciudad en el auto de la doctora Miranda. De camino habían conseguido ropa de cambio para ella y de civil para él, porque según las palabras del policía, los ayudaba un poco a no ser reconocidos con tanta facilidad ya que en la unidad la habían visto con su atuendo y él desde luego que con uniforme llamaba demasiado la atención. En ese momento ambos llevaban ropa deportiva de colores pastel, la joven se hizo un recogido en el cabello y lo ató con una liga, y él se cubrió la cabeza con un jockey y los ojos con lentes ahumados.

—Por suerte éste auto no es llamativo.

La idea del policía era montar guardia en las cercanías del lugar donde se encontraban los galpones Ictur, que por lo que explicó eran las bodegas abandonadas de una desaparecida empresa y por lo tanto muy buen lugar para todo tipo de delitos. Matilde jamás había estado cerca de ese sitio.

— ¿Usted cree que de resultado?

—El sector tiene varias formas de llegar, pero aquí confluyen las vías más importantes; de todos modos no sé qué es lo que estoy buscando, así que solo queda mirar. De todos modos dejé una pista en la unidad, y mi auto está escondido. Dijo que tenía su celular en modo avión.

—Sí, no me atrevo a conectarlo de nuevo porque creo que Antonio nos encontró a través de los teléfonos.

El policía asintió.

—Es posible, no muy sencillo pero posible, sobre todo para alguien con conocimientos como él; de momento también dejé mi celular fuera de red. Espere un momento.

Usó su radio para llamar a alguna parte, dijo un par de cosas, y se quedó escuchando bastante rato. Después dio las gracias y cortó.

—Estamos en el lugar incorrecto.

— ¿A qué se refiere?

—Acabo de comunicarme a una de las unidades que informan de eventos donde sea necesaria ayuda, y me dicen que se dio un aviso hace casi una hora por un tiroteo, pero fue cancelado.

— ¿Y eso qué significa?

—Que alguien esconde algo porque fue cancelado por los oficiales que llegaron al lugar —dijo poniendo el motor en marcha—, y fue en las cercanías de un sector industrial a no mucha distancia de aquí.

Dirigió el auto hacia otra vía.

— ¿Y por qué es tan extraño?

—Porque los sectores industriales no son área de tiroteos y ese tipo de situaciones, por lo general son muchas calles largas y rectas, con murallas o cercos altos, prácticamente no hay casas ni sitios que robar o donde esconderse. Y fue cancelado muy pocos minutos después, es muy extraño.

A Matilde no le parecía más extraño que todo lo demás, pero decidió seguir confiando en el hombre que estaba ayudándola en esos momentos. Minutos después llegaron a destino, una calle que como el resto de las anteriores solo tenía murallas con algunas puertas tras las cuales se veían extraños edificios y maquinarias y nada de gente en las veredas.

—Por desgracia no puedo conseguir la dirección sin decir mi rango y eso los pondría sobre alerta, pero el oficial con el que hablé me dijo que se había dado aviso en la calle del reloj, que es esta.

Avanzó a baja velocidad por una calle interminable donde cada edificio, por distinto que fuera a los habitacionales, lucía muy parecido a los otros. Poco después se detuvo junto a una entrada de vehículos.

La última heridaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ