Capítulo 6: Es solo una firma

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A pesar de que desde antes de llegar a la entrevista tenía pensado volver al departamento de Patricia para pasar con ella la tarde, el extraño encuentro con la modelo Miranda Arévalo cambió un poco sus planes y ocupó un lugar importante junto a lo que debería ser prioridad; la entrevista de trabajo con Roberto Santa María, el gerente comercial de Asunto Externo resultó ser todo lo contrario del edificio en donde este se desempeñaba, ya que se comportó como un igual y no como su superior y trató de hacerla sentir cómoda en todo momento. Parecía que ella ya estaba contratada y ese paso solo era un trámite, aunque por las circunstancias que estaba viviendo la satisfacción de saberse dentro de un proyecto importante fue menor de lo que habría sido en otro caso; tan pronto terminó lo que finalmente fue una conversación bastante animada, fue directo a su departamento sin avisar nada ni llamar a sus padres y se conectó a internet desde el portátil.

>Cuerpos imposibles<

Debió suponer que lo primero que iba a salir en internet era una selección, bastante de cabaret por lo demás, de imágenes de mujeres en su gran mayoría y algunos hombres, cuál de ellos con menos ropa que el otro, todos con figuras esculpidas por ejercicio interminable en algunos casos y en la mayoría por la mano de algún cirujano de mejor o peor reputación. Inmediatamente abajo figuraba una serie de artículos de periódicos o citas de programas de televisión dentro de los cuales se mencionaba a figuras del espectáculo que supuestamente cumplirían con ese adjetivo; optó por especificar la búsqueda.

>Clínica cuerpos imposibles<

La búsqueda, para su sorpresa, dio cero resultados.

—No puede ser...

No encontrar ningún resultado producto de una información en la red era muy extraño en los tiempos que corrían, pero de alguna manera no le sorprendió tanto sabiendo de donde venía. Pero había una pregunta más importante ¿Por qué una modelo muy conocida, excepcionalmente hermosa y rostro e imagen de marcas conocidas aparecía en la calle llorando totalmente descompensada, para luego ser arrastrada por un acompañante que dejaba dinero en las manos de desconocidos, y después buscaba a una desconocida para entregarle una tarjeta con información que no estaba en ninguna parte? Casi rió de lo ridículo que sonaba en su mente todo eso. ¿Por qué estaba prestando atención a algo como eso en un momento así, cuando podía ir con su hermana, compartir la buena nueva que además sería un punto de apoyo para lo que iba a venir en los tratamientos?

Tenía que reconocer que en esa situación había algo que le resultaba curiosamente llamativo, desde que vio a la modelo en la calle y mucho más al encontrarla por casualidad antes de una entrevista de trabajo, y lo de la Clínica Cuerpos imposibles sonaba intrigante por mucho que su lado lógico le dijera que estaba perdiendo el tiempo.

—Solo tengo una alternativa.

Aquello era una completa locura, pero insistió en seguir la idea que se estaba formando en su mente, tomó nuevamente el bolso y salió rumbo a la dirección que figuraba en la tarjeta.

2

Las sorpresas nunca parecían terminar cuando se trataba de lo que estuviera relacionado con Miranda Arévalo, y Matilde se llevó una más al llegar al sitio que figuraba en la breve reseña de la tarjeta. Se trataba de un edificio plano de cinco pisos, gris piedra con enormes ventanas que no permitían ver al interior y una entrada tan sencilla que parecía sacada de un sector industrial y no del costoso barrio en donde estaba; llegar no había sido difícil aunque si un poco tedioso por lo distante, pero la zona era principalmente ocupada por edificios de oficinas similares entre ellos y otros claramente de departamentos por su diseño más original cuyas primeras plantas eran tiendas caras como chocolaterías y perfumerías por las que seguramente pasaban los mismos habitantes o sus amigos en tiempos de ocio. Un grupo de calles poco transitadas, lejos varias cuadras de la locomoción colectiva, sin atisbos de ruido o enormes centros comerciales pero con vida en ellas y algún que otro adulto desocupado paseando a su mascota. No había ninguna clínica de las que tanto les gustaban por esos lados, esos edificios grandes como catedrales, con enormes puertas de cristal y el nombre en caracteres llamativos, entrada de estacionamiento y una serie de locales afines alrededor como farmacias y tiendas de insumos. Suspiró.

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