Capítulo 7: Algunos días soleados. Primera parte

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— ¿Que hiciste qué?

La reacción de Patricia fue casi exactamente como lo que Matilde había supuesto mientras se desplazaba hacia su departamento; la expresión asombrada de ambos padres no ayudaba mucho, y eso que aún no hablaban con Soria.

—Sé que puede sonar a una locura pero...

—Es que no suena a una locura, es una locura —sentenció su hermana fulminándola con la mirada—, cuarenta y cinco mil dólares, es demencial.

Como sucedía en ocasiones, su padre intervino para dar un poco de calma a la escena, aunque se le notaba en la voz que se le había secado la garganta.

— ¿Matilde, hay alguna forma de que te aseguren lo que estás diciendo?

—Papá, sabes que no haría nada que perjudicara a Patricia, mamá, tú también lo sabes.

Recurrir a su madre podía ser un acto desesperado después de lo que pasó en el centro de urgencias el día del accidente, pero al mirarla directamente estaba apelando a su corazón de madre, eso tenía que servir de algo.

—Todos tenemos buenas intenciones hija, pero quiero decir, nunca habíamos escuchado de algo como eso, suena demasiado increíble para ser verdad.

—Escuchen —intervino para ganar tiempo—, lo que estipula el documento es que solo van a cobrar el dinero en caso de que el tratamiento resulte efectivo, eso quiere decir que garantizan que va a funcionar —y directo a su hermana—, tendrías que haber visto, Patricia, los resultados son increíbles.

Patricia se había puesto de pie y caminó hacia la ventana. Llegar y decirles que tenía una importante noticia que darles probablemente los había predispuesto, pero después de leer y firmar el contrato se había sentido presionada por hablar en primer lugar, como si Carlos Soria o alguien de Cuerpos imposibles pudiera adelantarse y hablar antes que ella y eso estropeara todo; en vista de lo que estaba pasando no veía mucha diferencia.

—No se trata de eso Matilde, no puedes disponer de las propiedades de nuestros padres sin consultarlo con ellos.

—No he dispuesto de nada ¿Puedes simplemente pensar en lo que te estoy diciendo? Existe una posibilidad de que te recuperes, de volver a ser la de siempre, de no perder tu vida como la tienes.

Su madre se interpuso entre ambas, y aunque no dijo nada, ambas la miraron expectantes, igual como cuando eran niñas y estaban discutiendo.

—No discutan ahora. Matilde, ¿dijiste que llamaste a Carlos y él te dijo que podía hipotecarse la casa Verdad?

—Sí.

No les dijo de sus aprensiones, aunque ambos lo conocían lo suficiente como para saber más o menos lo que estaría pensando en ese momento y de seguro querrían hablar con él o tener algún tipo de asistencia legal antes de dar el siguiente paso. Pero ninguno de los dos se había mostrado tan alterado como la principal involucrada.

—Creo que podemos hacerlo si hay una buena posibilidad —dijo en voz baja dirigiéndose a su esposo— ¿Qué crees tú?

Su padre estaba muy quieto, mirando a las tres de hito en hito. Al final habló también en voz baja.

—Siempre hemos dicho que esa propiedad es para las emergencias, y me parece que es una ocasión apropiada.

—Papá...

—Patricia —la interrumpió frunciendo el ceño— ¿Qué sucede contigo? Tú deberías estar feliz por esto.

El siguiente silencio dejó en evidencia los temores de la mujer de 28 años; por primera vez estaban hablando de ella y de lo que sentía, y no le gustaba la combinación.

La última heridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora