Capítulo 24: Vía de escape

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Cristian y Matilde llegaron de vuelta a la urgencia en donde permanecían sus amigas; de camino el oficial llamó al comandante Céspedes, quien al escuchar su petición prometió encontrarse con él en el mismo sitio. La joven fue hasta donde estaba Eliana, y se encontró con ella acompañada de Miguel, su esposo.

—Matilde.

Aunque tal vez debió haberlo supuesto, encontrarse con la airada mirada de Miguel fue una sorpresa: el hombre no era muy alto y su apariencia era tan gentil como su comportamiento, pero en una situación como esa estaba defendiendo lo que le parecía más importante.

— ¿Qué haces aquí?

—Quería saber cómo está Eliana.

—Es bastante tarde para preocuparte por su estado —dijo él manteniéndose junto a la camilla donde ella estaba sentada—, ahora las cosas se pusieron bastante graves.

Matilde miró a su amiga, que le devolvió una mirada que no por temerosa era menos furiosa que la de su esposo.

—Lo lamento, nada de esto debió haber pasado, solo quería que supieras que lo lamento, no pensé que ocurriera algo como esto.

—Lo siento Matilde pero no puedo hacer esto —dijo Eliana mirándola fijamente— no puedo, es superior a mí. Estuve contigo cuando Patricia tuvo el accidente, pero todo esto es distinto ¡Trataron de matarme!

—Lo sé y estoy tan asustada como tú.

—Eso no me sirve —respondió la otra mujer echándose atrás el cabello— no cuando veo que el mundo a tu alrededor se convierte en un infierno. No voy a permitir que eso me suceda a mí también, no me importa si pierdo tu amistad en el camino, no puedo permitir que algo así vuelva a pasar.

Estaba siendo muy dura con ella, pero Matilde sabía que cada una de esas palabras tenía fundamento, solo que no creyó que sucediera algo así. En ese momento apareció Soraya con unas vendas en el brazo derecho y expresión cansada. Su voz también sonaba extraña, distinta de la habitual energía que tenía.

—No le hables así a Matilde.

— ¿Por qué no? —la voz de Eliana se elevó un poco más, casi era un chillido— nada de esto habría pasado si no me hubieran involucrado, tú también estás en medio de ésta locura ¿o me vas a decir que no te importa todo lo que vivimos?

—Por supuesto que me importa, y me importa Matilde tanto como tú, si fuera a revés, habría hecho lo mismo para tratar de ayudarte, y lo sabes.

—No se trata de eso Soraya, no somos ni detectives ni nada por el estilo, si esa gente hubiera querido nos habrían matado a las tres, no puede ser que no te des cuenta. No quiero estar en una situación como esa, tengo una familia y no pretendo dejarla.

Ese fue un golpe muy bajo para Soraya, pero ella no atacó de vuelta. Aparentemente los golpes que había sufrido la tenían más débil de lo que aparentaba.

—Estás viendo la parte que quieres, sabes tan bien como yo que ni Matilde ni Patricia son responsables de lo que está pasando, pudo ocurrirle a cualquiera.

—Pero no nos va a pasar a nosotros —intervino Miguel—. Soraya, siempre te he respetado como amiga de mi esposa, pero no puedes decidir qué es lo que debemos hacer. Y lo que voy a hacer es alejarnos de todo lo que está sucediendo.

—Miguel...

—Tiene razón —intervino Matilde—. Soraya, ellos tienen razón.

Su amiga volteó hacia ella sin dar crédito a lo que oía. Pero ella mantuvo su decisión.

La última heridaWhere stories live. Discover now