Capítulo veintidós

Comenzar desde el principio
                                    

―Se merecen el uno al otro ―dice Nathan antes de subir a su moto.

―Deberías hablar con él ―me acerco a Logan

―¿Entonces es cierto? ―mi silencio lo confirma -Bien jugado.

Su tono es sarcástico.

―¿Estas molesto? ―parte de mi quiere golpearlo.

―¡Le rompieron el corazón! ―grita

―¿Sabes lo ridículo que suena eso? ―me paro frente a él ―Nathan estaba dispuesto hacer lo mismo con Ana. No entiendo cuál es la diferencia.

Lo dejo callado porque muy en el fondo sabe que tengo razón, todo el equipo estuvo dispuesto a burlaste y lastimar a una chica por dinero, me enferma pensar en eso. Alguien tenía que hacer algo.

―No vas a decirle esto a nadie ―me amenaza―Si el equipo se entera, no abra lugar seguro para ti y tus amigas.

―No tengo miedo.

―Pues yo si ―estamos tan cerca, levanta su mano y toca mi mejilla. Retrocedo casi por instinto ―No voy a dejar que algo malo te pase.

―Creí que estarías molesto por la apuesta...

―Lo estoy ―aclara ―Nathan es mi amigo y se exactamente que se siente amar y perder a la chica que amas.

Mi corazón comienza a doler, odio este sentimiento de duda. No quiero volver a lo mismo, me convencí de que ya no lo quiero. Me convencí que lo mejor que puedo hacer es poner distancia entre nosotros.



Ana.

Corro a mi habitación y de un portazo cierro la puerta. Siento como las lágrimas corren por mis mejillas, trato de aguantar las ganas de gritar, de romperlo todo. Después de salir de la mansión de Nathan me arrepentí en seguida. También le cause daño, también fingí todo el tiempo que estuvimos juntos, yo también tenía que ganar una apuesta.

Pero ahora no puedo regresar el tiempo.

―¿Quieres hablar de eso?

Mathieu entra a mi habitación, lleva un vaso de agua. Se sienta en el borde de mi cama, toma un mechón de mi cabello y juego un momento con él.

―Lo quiero ―vuelvo a llorar.

―Temía el día en que algo así pasara ―me ofrece el agua―No quería que ningún imbécil te rompiera el corazón.

―Creo que la mala del cuento....soy yo.

Su sorpresa es evidente ante mi declaración. Apenas puedo verlo a la cara.

―No creo que sea tan malo―toma una de mis manos ―Si él también te quiere como lo haces tú. Todo se resolverá.

―En estos momentos, esa posibilidad es casi nula

El me odia en estos momentos y lo entiendo. Porque también tengo esa sensación, parte de mi odia la idea que él también tenía una apuesta.

Quizá el tiempo pueda aclarar las cosas.

―No quiero que mamá y papá se preocupen. Cuando regresen de su cena no les digas nada.

Mi hermano asiente y me abraza hasta que mis ojos se sienten pesados y el sueño me gana.

Nathan.

―Nathan ¿Qué tienes?―dice mi madre al otro lado de la puerta―¡Cálmate! Habla conmigo.

Una Apuesta. Un Ganador©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora