El pueblo en el atico

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Un chico nuevo entro a mi clase un día. Él nunca hablaba con nadie, por lo que en realidad no tiene amigos. Él sólo ponía su cabeza sobre su escritorio durante todo el día. Después de un tiempo, comencé a preguntarme sobre él y que pedo con su vida, así que decidí hablar con él.

"Siempre te ves muy triste", me senté en la mesa frente a él. "¿No hay algo de lo que necesites hablar?"

Él comenzó a temblar un poco, (supongo que por nerviosísimo) Subía un poco la cabeza para poder mirarme, tenía cara de no saber responder, pero finalmente empezó a hablar.

Dijo que hace aproximadamente un mes, algo realmente malo sucedió. Estaba sentado en su habitación jugando video juegos cuando su mamá lo mando a buscar algunas cajas de ropa en el ático. Movió una silla hacia la derecha acomodándola debajo de la entrada y se impulsó a sí mismo para subir, pero no sin antes agarrar una linterna para llevarse con él.
Cuando llegó arriba, se sorprendió al ver lo grande que era su ático. Incluso con la linterna, parecía como si la oscuridad se extendiera por siempre. No veía paredes que encerraran/limitarán el espacio en el que se encontraba, y entonces eso fue lo que despertó su sentido de la aventura. Se alejó del agujero que lo llevaba a su habitación y comenzó a buscar aquella caja de ropa.
Después de caminar por un tiempo, su linterna murió. Miró a su alrededor, pero estaba completamente rodeado por la oscuridad. Él se asustó y comenzó a buscar el camino de regreso a su habitación, pero no importaba a qué dirección caminaba, él no podía encontrar la manera de salir. Ya había caminado lo suficiente como para que de su frente empezará a gotear sudor y aún así su dormitorio estaba completamente fuera de la vista.
El no podía creer que estuviera perdido en lo que solo debía ser un ático regular.
Él continuó deambulando en busca de su dormitorio, pero no podía ver a dónde iba, él perdió la más mínima pista de donde había venido y no sabía a qué dirección se enfrentaba.
Su temor creció, pero siguió caminando. No sabía cuánto tiempo había estado caminando cuando por fin vio una luz tenue a la distancia. Aceleró el paso, asegurando que tenia que ser su camino de regreso a casa.
A medida que se acerca cada vez más, llegaba a la conclusión de que aquello que emitía esa luz no era en definitiva su dormitorio. Cuando él se acercó lo suficiente como para saber que era, vio que se trataba de una ciudad. No estaba seguro de cómo, pero un pueblo entero estaba sentado en su ático, y era lo suficientemente grande como para ser visto desde muy lejos. Sin saber a dónde ir, decidió ir al pueblo con la esperanza de encontrar alguna manera de llegar a casa.

En este punto de la historia, el tuvo un tembloroso suspiro que dejó escapar antes de romperse en un llanto. Yo no sabía qué hacer, así que traté de consolarlo lo mejor que pude.

"Hey, hey! Todo está bien ahora", le di unas palmaditas en el hombro.

"Sé que pudo haber sido terrorífico, pero mira! Has vuelto. Ya no tienes por que llorar". Poco a poco me miró, mientras las lágrimas todavía corrían por su rostro.

"Pero aún no he encontrado la manera de escapar de la aldea."

El libro de tu mama en tangaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora