Elijah la tomó del brazo mientras una sonrisa de autosuficiencia nacía en sus labios. — ¿Quién me lo dice? ¿Ustedes? –negó agarrándola con fuerza–. Mírame.


Las risas se escucharon con fuerza en la cabeza de Dena y se removió, no era idiota, sabía lo que Elijah iba a hacer.


—No te atrevas a hipnotizarme –gimió tratando de soltarse.


—Acabas de despertar de la muerte y no has comido –le recordó, haciendo que la vampira se moviera con más fuerza–. Si puedo hacerlo, puedes servirnos, Dena Salvatore, pero todos sabemos que juegas al bando con mayor apuesta. No voy a arriesgarme.


— ¡Suéltame! –gritó–. Elena, por favor, no dejes que lo haga.


La morena se mantuvo callada. La hipnosis de un original serbia en cualquier vampiro, ella no era la excepción, pero de ordenarle quedarse en un lugar a olvidar era una abismo de diferencia. Elijah sabía lo que iba a pasarle, sabía que al hipnotizarla, solo dudaría poco tiempo, pero con cada segundo de su memoria borrado, sería una tortura para la vampira el recuperar los recuerdos. Dena era un oráculo sometido, pero al final un oráculo. Su esencia se basaba en ver en futuro, pasado y presente, y si esto se borraba, sería una locura de dolor.


—Lo siento, Dena –la obligó a mirarlo–. Vas a olvidar que estuviste aquí, que me viste y de lo que hablamos –murmuró–. Cuando recuerdes, va a dolerte demasiado la cabeza cada vez que intentes decir algo de esto –sonrió de lado antes de soltar un susurro apenas perceptible para la mujer–. Espero que ustedes lo consideren. Ahora, vete.


Dena dio un paso hacia atrás, parpadeo un par de veces y arrastro los pies descalzos hasta la puerta. Desapareciendo a velocidad vampírica.













No fue a su casa, no le importaba ver a su familia en ese momento. Simplemente se detuvo a mitad de la carretera. Sin saber qué pasaba, ni a dónde ir. No recordaba cómo siquiera había salido de su casa o cuando había despertado. Lo único que pasa por su cabeza es un cálido beso siendo depositado en su frente y ya. Era lo único.


Su cabeza era un desastre de sonido, sentía una extraña opresión en su pecho, sentía que algo le habían hecho, que algo le había pasado para llegar a donde estaba. No recordaba nada y solo pedía e imploraba a dios que ningún vampiro la hubiera hipnotizado. Lo cual era casi imposible porque no se había topado con ninguno.


Su mirada fue a parar al otro lado de la carretera, donde se podía apreciar una figura masculina parada igual que ella, mirándola y contemplándola.


Frunció el ceño ante tal escena, pero cuando tomó un respiro del aire, pudo olerlo. Pudo sentirlo. Después de tanto tiempo. Su cabeza estalló en gritos y el dolor paso a segundo plano cuando una sonrisa aprecio en su rostro.

Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora