U L T R A V I O L E N C E [GAY ROMANCE]

Capitulo 4: Sexo, amor y otras drogas

Desperté temprano con la sensación de asco en mi estomago y un terrible de dolor de cabeza <<mierda>> exprese en mi mente.

Busque mi uniforme para ir a trabajar y tome una ducha, salí rápidamente secándome a prisas y me detuve un momento en el espejo, observando las bolsas en mis ojos.

-Quisiera dormir un poco más- le decía a mi reflejo, pero eso no iba a pasar, tenía que ganarme la vida si quería seguir fumando, los vicios pueden ser algo caros.

Me puse el uniforme y baje las escaleras para dirigirme a la puerta.

-Jamie- dijo Bernard -¿no quieres que te lleve?- preguntó y sentía miedo de eso.

-No quiero molestarte- respondí.

-No me molestaría- replicó.

-Esta bien-

Era rara su actitud, pero no quería pedirle explicaciones sobre nada, Bernard y yo teníamos una relación de hermanos muy complicada, un dolor irremediable.

-¿Cómo te va en el trabajo?- preguntó.

-Bien-

-¿No has peleado con Donovan?-

-No- trataba de no soñar seco, pero era imposible en mi.

-¿Te gusta trabajar ahí?-

-Si, un poco- había sido un gran paso.

Sentía que el auto no se movía por qué solo estábamos a dos cuadras de la cafetería y aún podía preguntar algo más.

-¿Por qué llegaste tan tarde anoche?- regrese a verlo.

-Salí-

-¿Con Eddie?- preguntó.

-No, con alguien más...- abrí la puerta del auto y me baje -Puedo caminar desde aquí... ¡gracias Bernard!- intente alejarme de él lo más rápido posible, después de todo, él sabía lo incómodo que era para mí estar cerca de él siempre.

No recordaba lo que había pasado a noche, por un momento creía que todo había sido una fantasía en un sueño húmedo, pero... había sido real después de todo.

-¡Llegas temprano Jamie!- saludo Donovan -¡Buenos días!-

-¡Buenos días Donovan! Mi hermano me trajo en su auto-

-Ya veo... por qué no comienzas a preparar la máquina de café- sugirió.

-Sabia que no podías ser demasiado bueno- dije entre dientes.

-¡Es tu trabajo!- exclamó volteando los ojos y dirigiéndose a la oficina.

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Mi turno terminaba en una hora y no había venido mucha gente el día de hoy, tenía mucho sueño, los domingos eran así, los chicos no solían venir aquí hoy, ellos preferían ahorrar su dinero hasta la noche, los domingos los chicos salían a tomar o drogarse por qué sabían que el lunes o irían a trabajar o estarían en la escuela, aun así yo estaba aquí.