—No voy a invitarte hasta que me expli-...


Dena volvió a gruñir. — Elena.


La nombrada soltó un suspiro. —Puedes pasar.


Tan rápido como la doppelganger pronunció las palabras, se movió lo más veloz que sus piernas pudieron, corriendo hacia la puerta. Sin embargo, chilló cuando un brazo le rodeó la cintura y otro el cuello con fuerza, tirando de su cuerpo antes de que siquiera pudiera cruzar el marco.


Las partículas de tierra se alzaron ante el movimiento y lo último que pudo ver, fueron los ojos de Elena abriéndose sorprendidos. Y el sonido de su cuello partiéndose.

















— ¿Qué hacemos aquí? –escuchó la voz de Elena a lo lejos–. ¿Es seguro que la lleves así? No se ve bien.


Parpadeó un par de veces, tratando de acostumbrarse a la luz del día que se colaban entre sus parpados. Soltó un gemido cuando movió la cabeza y su cuello dolió como la mierda antes de llevarse las manos a este, tallando su musculo adolorido. Arrugó la nariz cuando su visión dejo de estar borrosa y miró el césped que se movía dente a ella, intento moverse, pero el agarre en su cintura de lo impidió, fue cuando se dio cuenta que sus pies no estaban tocando ninguna superficie.


—Aquí hablaremos, Elena –murmuró una voz masculina–. Y va a estar bien, es un vampiro después de todo.


Hizo a su cerebro trabajar para recordar aquella voz que en algún lugar había escuchado y cuando las voces dieron un nombren, se le fue el aire de los pulmones y la rabia empezó a nacer en su pecho. Recordando lo que había pasado hace un rato.


—Por supuesto que voy a estar bien –gimió al hacer un movimiento brusco con la cabeza–. Bájame, bastardo.


—Veo que ya despertaste –Elijah pronunció tocándole las piernas intencionalmente llevándola como un costal en el hombro–. Las señoritas no dicen malas palabras –reprendió–. Y no voy a bajarte, tenemos cosas que hablar.


—Me importa una mierda –soltó pataleando, pero el vampiro era incluso más fuerte que ella–. Me has quebrado el cuello. ¡Bájame!


—No lo lamento, ibas a escapar –sintió cuando subieron unas escaleras, deteniéndose segundos después–. No podía permitirlo.


—Sí, lo que digas, maldito –golpeó la espalda del vampiro dándose por vencida.


Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]Where stories live. Discover now