—Ah, maldición –murmuró llevándose una mano al pecho cuando este dolió–. Maldición, maldición –tosió levemente recuperándose, ignorando la presencia de aquellas dos personas.


Recargó la mano derecha en su muslo, respirando una muy notable cantidad de aire, dejando que entrara a sus pulmones y los purificará. Los vagos recuerdos de su estado llegaron a su memoria y se maldijo una vez más entre dientes al recordar un par de cosas que no debió de haber dicho, era una jodida mierda el veneno de licántropo, su bien ella sabía desde el principio que no iba a morir realmente, el estar muerta parcialmente era una jodida en el trasero horrible, y dios, odiaba regresar a la vida después de eso y sentirse así.


¿Cuántos días habían pasado? ¿Diez? ¿Quince?


—Maldición –volvió a decir–. Esto apesta.


Alzó la vista hacia la puerta, encontrándose con la mirada chocolate de Elena, quien le estaba mirando con la boca y los ojos abiertos, su rostro era una combinación de incredulidad y sorpresa. Le frunció el ceño y las piezas se movieron en su cabeza al ver a la única humana por la cual los idiotas de su familia harían una estupidez.


—Tú –graznó con voz ronca lista para soltar un montón de improperios contra Elena.


—Dena.


Las palabras murieron en su boca cuando las voces en su cabeza dieron un grito eufórico y un escalofrió le recorría la espalda. Abrió los ojos hasta el tope, saltando en su lugar al escuchar el cálido y elegante acento decir su nombre. Giró la cabeza, mirando a la única persona que podía pronunciar su nombre de tal manera.


—Esto debe ser una maldita broma –exclamó con irritación.


Elijah Mikaelson estaba parado a un metro de ella, con la ropa quemada, despeinado y con una expresión totalmente seria en la cara.


—Elena –soltó de golpe. Estaba viendo a la persona que había evitado desde hace más de cincuenta años y no es como si le tuviese miedo, era el hecho de que ese vampiro sabía más cosas de las que le gustaría aceptar–. Invítame a entrar –ordenó hacia la morena, sin apartar la mirada del hombre.


— ¿Por qué no pareces estar contenta de verme, querida? –Elijah sonrió causándole otro escalofrió.


—No te ofendas, pero acabo de despertar y lo último que estaba en mi cabeza era encontrarme contigo –gruñó.


Elena intercambio miradas entre ambos. — ¿Qué está sucediendo? –preguntó con él ceño fruncido–. ¿Se conocen?


¿Quieres dejar las preguntas para después, belleza? –espetó con sus ojos atentos en el vampiro–. Invítame a entrar –dio un paso atrás a la defensiva.


—No –Elijah la detuvo–. Nosotros tenemos un par de cosas que hablar, Dena Salvatore.


—Oh, por supuesto, puedes dejarte petición en mi buzón de; me importa una mierda. Elena.

Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]Where stories live. Discover now