—Que ella decida. Es justo.

Él maldito toca el timbre.

—Si no quieres tener un ojo morado lárgate.

Lo tomo del cuello de la camisa y lo acerco a mí.

—No te dejaré ganar esa apuesta Nathan, no voy a permitir que la lastimes y juegues con sus sentimientos.

Se separa bruscamente de mí.

¡Mierda él sabe lo de la apuesta!

Trato de respirar muy profundo. Este hombrecito no va a arruinar mis planes. Aprieto los puños para no darle un buen golpe.

—Vas a perder Nathan, mis intenciones con ella son reales. —da un paso hasta quedar muy cerca de mi cuerpo, es unos centímetros mas alto. Sin embargo no me dejo intimidar.

—Que adorable, no te preocupes. Después de que termine con ella vas a tener tu oportunidad.

Ana interrumpe su respuesta, abre la puerta y por su expresión puedo ver que no me esperaba a mí.

Trato de darle mi mejor sonrisa, ella está hermosa y me enojo por un momento al saber que no se arregla para mí, sino para el hombrecito ese. Adrien la saluda con una sonrisa.

— ¿Estas lista? —le pregunta. Ana se sonroja y asiente con la cabeza.

Me dirige una mirada tan seria antes de hablar.

— ¿Qué quieres?

—Te dije que pasaría por ti.

Le ofrezco la palma de mi mano para invitarla a salir de la casa.

—No iré contigo a ninguna parte. Tengo planes como puedes ver

Señala a Adrien antes de cerrar la puerta, él le tiende la mano y observo como caminan ignorándome por completo. Dando por pérdidas mis esperanzas camino hacia mi Harley con la intención de irme. Entonces Adrien recibe una llamada y luego de unos minutos se despide de Ana, no sin antes verme con una mirada asesina.

Vaya qué es pesado.

—Creo que tu cita acaba de ser suspendida. ¿Todo bien con el hombrecito ese?

—Fue una emergencia, además no te debo explicaciones. Buenas noches.

Se ve tan desilusionada que por unos instantes quiero abrazarla. Esa carita y esos ojos caídos no me gustan para nada. Le tomo la muñeca y la guio a mi motocicleta, trata de soltarse más de una vez pero no puede.

—Solo esta vez, si no te gusta prometo no volver a intentarlo —me planto frente a ella y espero su respuesta.

— ¿Me das tu palabra? —su voz es irritada. Vaya, creo que le agoto la paciencia.

—Lo prometo —mis palabras se escuchan tan serias, que por un minuto hasta yo mes las creo.

—Está bien, vamos.

Me doy un chócala interno y subo a la moto, me coloco el casco y le extiendo el otro.

—No quiero morir —advierte recibiendo el casco para posteriormente subir.

—Sujétate bonita.

(...)

Oficialmente es la peor cita de mi vida —y la primera—.

Ana odia el restaurante, además todo el menú es carísimo, noto lo incómoda que está, no quiere ordenar nada, se siente abrumada por los precios.

Una Apuesta. Un Ganador©Where stories live. Discover now