Capítulo 1: Propuesta

Start from the beginning
                                    

—¿Tú crees? —Consulto con tono adormilado el muchachito.

—¡Claro que sí! Tal vez este año, podremos ir a dar un paseo por la playa —propuso alegre.

—Castiel, eso sería muy costoso, no tenemos dinero —reprocho el joven, terminando por si de enderezarse en aquel viejo y roído catre.

—Pero quiero verte feliz —murmuro apesadumbrado.

—Quédate un día de estos conmigo, tener tu simple compañía me haría más que feliz. —Giulian cogía con pereza la tasa y la llevaba a sus labios para dar un largo sorbo a su insípida taza de té- ¿Cuándo será el día en que me des algo con azúcar? —reprocho molesto.

—Tu pan tiene mermelada ¿No crees que es suficiente dulce por hoy? —inquirió Castiel, sentado en el borde de la cama.

—Nunca es suficiente —quejó el menor, pero al ver el rostro triste de su hermano, se limitó a sonreír, intentando de alguna forma quitar el horrible peso que Castiel llevaba sobre sus hombros. —A todo esto ¿Desayunaste tú ya? —consulto dejando la tasa a un lado.

Ese era su hermano, su amado Giulian, a pesar de todos sus problemas siempre preguntado por el, siempre preocupado por su bienestar.

—¿Qué pregunta es esa? ¡Claro que he desayunado ya! Tengo que comer temprano, para salir a trabajar —indico con voz firme. Todos los días la misma mentira, tanto así que a veces lograba engañarse a sí mismo, sentir el estómago lleno de tan solo de repetir cada mañana la misma mentira. No podía, no había dinero para que dos comieran a la vez, él se limitaba a comer tan solo algunos trozos de pan en la hora de almuerzo, si tenía mucha suerte y las ventas iban bien, tal vez podía comer las mismas cosas que su hermano una vez al mes, al menos así sería hasta que su amado Giulian se recuperase.

—Es lo correcto, te la pasas casi todo el día trabajando, tienes que comer bien —indico su hermano, esta vez llevando el trozo de pan a su boca, estaba blando, goteaba mermelada dulce y fresca. —Perdóname por ser una carga —susurro con la vista baja, ese también era un tema común, casi tan a diario como sus mentiras.

—¿De qué hablas Giulian? Tú ya deberías saber que no eres una carga para mí. —

—Pero tampoco soy una ayuda —volvió a musitar. Su mano derecha, pálida y temblorosa busco con ímpetu la muñeca de su hermano, estaba bien escondida bajo aquel suéter de lana viejo, pero él ya había visto los moretones cuando su hermano abrió la cortina, se veían horribles iluminados por la luz de sol. ­—Yo soy un varón y ni siquiera puedo defenderte, ni siquiera para eso sirvo...

Castiel solía volver golpeado del trabajo, nadie respetaba a los donceles, de por si agradecía al cielo que aquel hombre generoso le hubiese dado trabajo a su hermano, pocos eran los que gozaban de ese privilegio.

—Cambia la cara Giuli, por favor, no quiero irme al trabajo viéndote así de triste, esto —menciono el moretón en su muñeca —, es una cosa de nada y si con ello puedo traer comida a casa, puedo comprarte tus medicamentos, puedo verte feliz, ¿por qué me haces repetir siempre lo mismo? — reprocho molesto, no le gustaba que su hermano se viera a sí mismo como un lastre- ¡Me voy a trabajar Giulian! —anuncio al ver que este ya había ingerido su desayuno. — No quiero discutir más sobre esto, tu eres mi único tesoro y hare lo que sea por ti ¿Entendido? —El menor se limitó a asentir, no podía hacer más que eso, Castiel se retiró tranquilo, aparentemente tranquilo.

Observo una última vez a su hermanito antes de dar la vuelta, quizás era un poco exagerado. La verdad es que Giulian ya era todo un joven, tenía catorce gloriosos años, más de lo que el médico le había dicho que iba a vivir, por eso era su pequeño luchador, su amado tesoro.

Vientre de AlquilerWhere stories live. Discover now