Esclavo II

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 Ese fue el día más largo en toda la vida de Isaac, por suerte llegó la noche y con ella la hora de acostarse, entre sueños el ruloso buscó la forma de idear algo que le hiciera caer a Jackson, pero no encontraba nada, parecía estar destinado a perder siempre frente a él.



Los días pasaron y una nueva apuesta estaba a la vuelta de la esquina, oportunidad que el ruloso vio como propicia para hacerle pisar el palo a Jackson, era esa su oportunidad de vengarse. Una nueva discusión de los amigos, la sonrisa de Jackson, y una nueva apuesta.



—Que te digo que a Kira le sigue gustando Scott...

—¿Quieres perder de nuevo, rulos? —se burló—Kira ya lo olvido.

—Que no tonto. a la zorra aun le gusta. —Aquello sonó feo y muy despectivo—. Quiero decir, a Kira aun le gusta Scott... si no, porque no nos a presentado algún chico?

—¡Rulos! Eso es estúpido, porque Kira no nos haya presentado un chico, o no la haya presentado como su novio,  no quiere decir que aun le guste Scott... ¡ya lo supero!

—¿Y por qué estás tan seguro de eso? —Isaac arrugó la frente, había algo más detrás de tanta seguridad.

—Porque... lo sé. Simplemente —contestó Jackson un poco nervioso.

—¿Quieres apostar? —Sonrió el Ruloso, ya lo tenía.

—¿Y cómo lo probarás, que harás? ¿Lo pondrás frente mío para que diga: "sí, Jackson me gusta Scott; y muero de celos con Liam"? Puedes pagarle para que lo haga.

—No... —contradijo— Te lo mostraré con pruebas.

—Ah... ¿Sí?

—¿Quieres apostar? —Estaba a punto de olvidar esa parte.

—¿Y cuáles son los parámetros? —Algo en su interior le decía que quizás esa vez perdería, por algo el ruloso se vio tan seguro de sí mismo.



¡Momento! Era una treta. Jackson rió. Era todo una treta, le estaba haciendo dudar con su seguridad para zafar de la apuesta, pero no lo dejaría escapar, no. Y aun más seguro de sí mismo, propuso con una sonrisa diabólica.



—Si pierdo seré tu jodido esclavo. Y si gano tú serás mi esclavo.

—Si, ya sé cómo será eso —chistó el ruloso—. ¿No puedes ser original?

—No has entendido, Isaac —Jackson llevó el cuerpo hacia delante— serás mi jodido esclavo sexual.



Isaac palideció en ese momento. ¡Serpiente cochina! Que se fuera follar a Danny. Un momento... ese en tal caso sería como su hermano. Qué retorcido.



—Y ya puedes ir lubricándote el culo —bromeó Jackson—, porque yo ganaré. Kira ama tanto a Scott, como yo mujer.

—Te equivocas, Jackson. Y para demostrártelo...

—¿Qué? ¿Cómo lo probarás? —Volvió a insistir.

—Mañana, a las 14:05 horas en el lavadero. ¡Ni antes ni después! Sé puntual. No hagas ruido ni alertes a otros —indicó el ruloso y sin más se fue de la sala para idear bien su plan.



Menos mal que esta vez, por primera, le tocaba ganar, sino no se imaginaba lo que sería capaz de hacer esa serpientucha obscena con él. Maldito depravado sexual; pero, no era mala idea eso del esclavo.




Sentado en el sillón, Jackson tragó grueso. ¿Por qué esa seguridad que siempre lo acompañaba cuando apostaba estaba flaqueando? Quizás por ver esa misma seguridad en los ojos del ruloso. ¿En qué terminaría todo eso? Solo quedaba esperar hasta el día siguiente y averiguarlo.



La casa se sumió en una aparente quietud ese día a las 14:00 horas, hora en que todos dormían la sagrada siesta, a excepción de Liam que gustaba salir a caminar si el día se prestaba. En su habitación Jackson supo que era hora de bajar si quería llegar a los cinco minutos al lavadero, pero algo en su interior le decía que aquello no era buena idea.



Tomó aire y salió del cuarto, bajó en silencio las escaleras y yendo hacia a la cocina atravesó la puerta. Apenas piso el lugar escuchó algo que le heló la sangre.



Atinó a dar la media vuelta para irse, pero ¡carajo! no podía ser cobarde. ¿Qué pasó, Jackson? ¿Tu seguridad te ha abandonado del todo? Siguió caminando, dejándose guiar por lloriqueos, apenas audibles; entreabrió la puerta del lavadero y por ella espió, quedándose estupefacto. No solo había perdido ante el rulos sino aun peor, estaba observando, con lujos de detalles, Kira estaba de pie llorando con una foto de Scott.



Jackson no pudo salir de aquel letargo, se quedó observando con asombro.



Sintió en su interior una mezcla de decepción y enojo. ¡Maldito! No solo había ganado sino que aun peor se lo había demostrado.


¡ISAAC HABÍA GANADO! Por una puta vez en la vida ¡había ganado!



La sonrisa de satisfacción de Isaac esa tarde,de placer por haber ganado, Jackson quiso borrársela a golpes. Por primera vez sintió en carne propia lo que sentía el ruloso ante la derrota.



—A partir de ahora. Veinticuatro horas —sentenció Jackson con firmeza, en el pasillo que conectaba los cuartos.

—No —negó el ruloso—. Mañana, hoy no cuenta. ¿Crees que soy idiota?, parte de esas 24 horas se perderá a la noche.

Jackson lo fulminó con la mira y desapareció de su vista, podía escuchar, tras sus espaldas la maquiavélica risa del ruloso. ¡Maldición! ¿Cómo pudo haber perdido? Quiso suicidarse en ese preciso momento.



Al otro día Jackson despertó deseándolo no haberlo hecho nunca, se levantó y se encontró con la hermosa sonrisa del ruloso en la sala, porque a pesar de ser diabólica no dejaba de ser hermosa. Tosió para hacerse notar y se sentó en el sillón.



—Te has levantado tarde hoy... —dijo Isaac sin poder evitar demostrar su alegría, simulando que leía con parsimonia la revista del cable.



Era cierto, Jackson intentó levantarse lo más tarde posible, pero ya estaba cansado de dar vueltas en la cama y el hambre lo arrastró hasta la sala, a su "muerte". Jackson guardó silencio, pero el ruloso continuó hablando.



—No tuve a nadie que me sirviese el desayuno —

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